miércoles, 31 de enero de 2018

A quién queremos llegar?

Hace unos días, por motivos familiares, tuve que ir al hospital. Por deformación profesional, digo, no pude evitar fijarme en todas y en cada una de las personas que había por los pasillos y en las salas de espera. A ver, no iba con los ojos clavados en la gente, me parece de mala educación y si algo soy es respetuoso y discreto, o eso intento, pues tampoco me gustaría a viceversa. Pero sí que, por unos segundos, mi mente empezó a divagar y reflexioné acerca del sistema sanitario, de la sociedad, de mi profesión, a lo que me dedico la mayor parte del día…

Que el sistema sanitario ha fracasado es un hecho indiscutible, a todas luces. Que la sociedad está imbuida en un transhumanismo reiterante, deshumanizada, es otra aseveración que no admite refutación posible. Y, analizando la profesión de Entrenador Personal, bueno, sin ser tan corporativista, la de los gimnasios, centros de ocio deportivo, en general, veo todo el trabajo que hay por hacer, el de informar y concienciar, concienciarnos, de lo que supone hacer ejercicio físico bien hecho, en su dosis adecuada, óptima al momento en que se encuentre una persona, adaptada a los problemas o alteraciones que pueda tener o puedan aparecer. También, como nutricionistas, al tipo de alimentación y nutrición, ¿qué alimentos y macronutrientes preponderar en según qué casos?, ¿qué suplementación o complementación elegir para una situación concreta?, etc.

En mi cabeza coexisten ideas que, a veces, se dan en sentido antiparalelo, por un lado, lo primero, personas que ni siquiera saben lo que se hace dentro de un gimnasio, que ignoran los beneficios del ejercicio físico, ni tan siquiera saben qué es eso del “Ejercicio Físico”. Pacientes —clientes— de entre 50, 70 y más años, en gran parte con recursos económicos y nivel académico bajos, que “viven” en los hospitales, ambulatorios y centros médicos varios. Humanos esclavos de un sistema congestionado, presos de sus propias convicciones, sesgadas por la publicidad médico-farmacéutica y política. Seres débiles y enfermos, enfermados, por la propia dependencia a la medicación, por una alimentación inconsciente, artificial, por una falta de exposición a luz natural, por la inexistencia de una actividad física mínima que produzca los estímulos en el sistema neuro-músculo-esquelético. Por otro lado, lo segundo, a nivel técnico, programación del entrenamiento, control de la velocidad de ejecución, apps, potenciómetros, pulsómetros, plataformas vibratorias, poleas cónicas, electroestimulación global, etc. Se investiga, discutimos sobre ello, invertimos…, gastamos, lo aplicamos en nuestros centros, etc. Realmente, innovaciones tecnológicas a las que se les puede sacar mucho rendimiento, claro que sí, pero que ello no nos aleje de lo central, por favor; que no nos deshumanice! No sigamos los mismos pasos de lo que es criticable en otros ámbitos. Todo es el mismo ámbito, la salud de la población. Eso debiera ser lo único importante. Y rendimiento es salud, por supuesto. Al fin y al cabo son lo mismo.

Me sigo preguntado quien se ocupa de esas personas que pasan gran parte de su tiempo en los hospitales, en las consultas. Quién se ocupa de esa gente que va de cribado en cribado, de diagnóstico en diagnóstico, de tratamiento en tratamiento? Quién se ocupa de nuestros padres, tíos, abuelos, primos…, quién de nosotros mismos?

Se me cae el alma a los pies cada vez que tengo que ir al hospital. Por suerte, en mi caso particular, apenas hago uso de los servicios médicos del SNS (Sistema Nacional de Salud). Quiero pensar que en un porcentaje muy elevado se debe a los factores sobre los que podemos incidir en mayor o menor medida, los denominados “factores determinantes de la salud”:

  • Factores Genéticos. 
  • Hábitos y Estilo de Vida. 
  • Medio Ambiente, Entorno y Contexto. 
  • Niveles de Renta y Educación. 
  • Sistema Sanitario 

Aún no estoy muy seguro sobre qué porcentaje podemos influir en cada uno, pero de lo que sí estoy seguro es que tenemos que dejar de preocuparnos tanto por la enfermedad, y ocuparnos, de verdad, de la Salud, tanto propia, como de los demás.

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