miércoles, 4 de mayo de 2016

Caso práctico de entrenamiento personal

En esta ocasión me gustaría exponer, sin explayarme demasiado, el trabajo realizado con uno de mis entrenados/clientes, con el que tengo el placer de colaborar desde hace algo más de dos meses (parecen pocas, pero ocho semanas dan para mucho si se pone interés y saber hacer de las dos partes).

Dicha persona, practicante de fútbol y de pádel, además de aficionado a las carreras populares, acarreaba desde haces unos años, sendas lesiones musculares, con rotura fibrilar –y recidiva– en los tríceps surales de ambas piernas, especialmente en la izquierda. Aún con todo, él seguía practicando sus deportes favoritos cada vez que las molestias remitían –se ayudaba de visitas ocasionales al fisioterapeuta–, pero, dichas mialgias, siempre estaban presentes en mayor o menor medida.

Paralelamente a los problemas surales, manifestaba incomodidad y dolor en el hombro, especialmente al ejecutar determinados gestos de pádel, por ejemplo el smash y sus distintas variantes (remate, bandeja, víbora…), pero su motivación (intrínseca y extrínseca) podía más que cualquier molestia.

Además de la práctica –ocasional– de los deportes arriba mencionados, asistía, una o dos veces por semana, a clases de body pump (la opinión que me merece este tipo de actividad colectiva, así como otras de igual índole, no es el objetivo de este texto, pero decir que suelen causar más perjuicio que beneficio –el ejercicio físico debe ser de calidad y eficiente–. Vale que pudieran resultar “divertidas” y generar un gasto calórico extra, pero no es lo que nos ocupa en la presente planificación, y en mi caso, como entrenador, en casi ninguna).

Es importante añadir, que su preparación para tales actividades era inexistente. Mención aparte merece su tipo de trabajo (profesor) y las posturas adoptadas y mantenidas en el desarrollo del mismo. Esto también se entrena, con lo que ha sido tomado en consideración, y dado las consignas (por escrito) pertinentes al respecto.
Digo “era”, porque desde dos meses al presente, hemos podido revertir, en parte, las molestias que acarreaba. Introducimos entrenamiento de fuerza general (y compensatorio) trabajo de rotadores externos, movilidad articular, estiramientos, ALM (liberación miofascial), técnica de carrera (tobillos, cadera, brazos…), eliminamos kilómetros vacíos, buscando una mayor eficiencia en el programa de carrera, adaptamos uso del pulsómetro (realizando los test de referencia pertinentes que nos dé una aproximación de dónde estamos y dónde tenemos que estar); todo de manera progresiva, en su justa medida y prestando especial atención a la nutrición y al descanso adecuado (entrenamiento invisible).

Quizás, todo esto, pueda parecer algo muy complicado para alguien que practica ciertos deportes solamente por hobby. Pero, realmente, no lo es. Que haya tomado la determinación de ponerse en manos de un Entrenador Personal, de invertir su tiempo y su dinero en que un profesional del ejercicio físico le asesore, planifique y supervise su actividad física, dice mucho.

Nada más que los hechos hablan por sí mismos; sin ir más lejos la primera carrera (6 km) a la que acudió, de las que están planificadas, ha podido correr sin molestias (ni antes, ni durante, ni después), y en los entrenamientos, ídem.

“Sin salud no puede haber rendimiento.”

Seguimos trabajando…