viernes, 29 de diciembre de 2017

Casos Entrenador Personal: Readaptación LCA y Menisco

Cómo justificar mi trabajo? Con resultados eficientes...

Quisiera exponer la memoria de un caso de readaptación de LCA (Ligamento Cruzado Anterior) y menisco externo de la articulación de la rodilla de la pierna derecha con el que llevo algo más de 6 meses y del que me siento muy orgulloso. Pero, quiero precisar aún más: Esta persona, varón de 41 años, 91 kg de peso, 181 cm de altura y 97 de cintura, con un trabajo exigente, donde tiene que mover grandes pesos con formas poco ergonómicas, y de manera repetitiva, a lo largo de una jornada laboral, sufrió una lesión de rodilla —rotura del ligamento cruzado anterior y de parte del menisco externo—, mientras disputaba un partido de fútbol de la liga local de veteranos, hace tres años. El lance se produjo cuando estaba salvando un balón evitando que saliese de banda, y la pierna se le quedó trabada en el gesto, originada por un movimiento de flexión/rotación de la rodilla. Además, presentaba molestias en la espalda cervical, con “tortículis” recurrentes, y en zona dorsal.

Inmediatamente a la lesión, se puso en manos de los servicios médicos, sanidad pública en un primer momento, pero por una serie de circunstancias personales que no vienen al caso y no son de interés para lo que nos ocupa, enseguida se puso en contacto con un traumatólogo con consulta en un centro privado, de reconocido prestigio nacional y experiencia en el abordaje quirúrgico de este tipo de lesiones deportivas —por motivos de confidencialidad obviaré estos datos—.

Después de realizada la cirugía, con éxito, donde, además, se le realizó una meniscectomía parcial debido a un fragmento desprendido del menisco lateral, y siguiendo con el protocolo post-quirúrgico —el pre-operatorio fue inexistente—, inició la rehabilitación de fisioterapia, apoyándose en el seguro médico de carácter privado que tenía contratado desde hacía unos años. Al cabo de unas semanas volvió a citarse con el cirujano para hacer una revisión: todo en orden!

Prosiguió con el tratamiento fisioterapéutico, y una vez concluidas las sesiones dadas, al cabo de un tiempo prudencial, comenzó a correr, a tocar balón, a saltar, se apuntó a un gimnasio, y demás. Poco a poco fue retomando los partidos del fin de semana de la liga local, pero algo no iba bien: notaba una incongruencia en la rodilla, acompañada de un dolor sordo hacia lateral, continuo…, incluso cuando estaba sentado, al cruzar las piernas, y volver a la posición inicial, descruzándolas, sentía la articulación como bloqueada, congelada, rígida… No llegaba a ser incapacitante, y en los partidos, una vez calentaba, desaparecían las molestias, con lo que siguió jugando.

Cansado de esta circunstancia, al cabo de unos meses, volvió a citarse con el trauma: este lo revaluó, y mediante un diagnóstico diferencial se concluyó un “pinzamiento” en el menisco externo de esa misma rodilla, un quiste en ecografía y un posible “desgaste” afín —en palabras del paciente—. El especialista le diseñó unas plantillas para modificar el apoyo en el suelo. Le recomendó “realizar un periodo de adaptación, unos días para acostumbrarse a la plantilla. El objetivo era modificar la pisada para que, en teoría, las piernas se dirigiesen ligeramente hacia varo, liberando espacio en el lateral de la rodilla” —cito textualmente la información que me facilitó—. Con el paso de las semanas parecía mejorar la sintomatología localizada…

Si bien, al cabo de un tiempo, al día siguiente de los partidos, ya al levantarse por la mañana, sentía una inestabilidad en el pie, con dolor en la zona del empeine del pie derecho. Algo que le acompañaba durante casi toda la semana pero en intensidad decreciente al paso de los días. A los partidos siguientes, calentaba y este dolor también desaparecía, pero al día siguiente y durante toda la semana, nuevamente, se repetía la misma secuencia. Para más inri, nuevamente aparecieron las molestias en la rodilla, sumado a las recurrentes distonías cervicales y dorsales mencionadas al principio del presente texto.

Él mismo, por deducción, se apuntó a un gimnasio de su zona de residencia, para tratar de “fortalecer las rodillas”, y de paso, ponerse en forma, bajar de peso, etc. Así lo hizo! En dicho centro le diseñaron una serie de programas —pude ver los programas y analizarlos debidamente, pero no voy a hacer ningún comentario al respecto que luego me tildan de andar criticando a compañeros—. Solo decir una cosa: el respeto por el trabajo de los demás no es callarse y mirar para otro lado cuando algo se está haciendo mal y perjudicando a un usuario/cliente/paciente. Personalmente, siempre agradezco las críticas hacia mi persona —además de la tan necesaria autocrítica—. Desde la educación y el respeto, como personas, un profesional deberá convertirlas en críticas útiles para seguir mejorando en su saber hacer.

Pero dispuesta esta breve cavilación, dejaré los exordios y continuaré con lo fulcral.

Me comentó que en dicho gimnasio, y con los programas, la mayor parte de las veces que iba, terminaba exhausto —a nivel muscular—, con agujetas de cierto nivel los dos o tres días posteriores. Tanto en las piernas, como en el pecho, brazos, etc. Sí, los programas eran de distribución dividida por grupos musculares. Pero, no puedo evitar hacer un pequeño comentario: en mi opinión, el problema en un deportista de este nivel, no es tanto que un programa obedezca al típico “pecho-tríceps el lunes”. El verdadero error está en la carga de trabajo —era desorbitada—, en el control de la dosis de ejercicio, pues esta era inexistente, como lo era la preparación específica para los partidos del deporte en cuestión. Sabiendo esto, todo lo demás caería por su propio peso.

Y aquí nos encontramos. Hace 7 meses se puso en contacto conmigo. Hicimos la entrevista inicial donde en algo más de una hora le escuché con calma y atención, y en la que pude darle mi opinión al respecto de lo que me estaba contando y hacerle ver mi forma de trabajar. Pronto conectamos, con lo que el acuerdo fue inmediato.
El siguiente paso era doble, por un lado hacer un estudio antropométrico, básico en un primero momento, en este caso, lo que nos daría un punto de referencia para los posteriores controles (imágenes 1 y 2), y por otro la valoración funcional —la cual detallaré en los siguientes párrafos—, y así llevar un seguimiento de todo el proceso.

En lo tocante a la posible relación entre la recuperación y la cineantropometría, subrayar la diferencia, significativa, entre los miembros inferiores con menor desarrollo en la pierna derecha, la lesionada (imágen 3).
Ya en el gimnasio, realizamos una valoración funcional básica: quería conocer cómo caminaba, cómo respiraba, qué grado de flexibilidad tenía y cómo ejecutaba ciertos movimientos básicos. Claramente, además de la diferencia en el perímetro de ambos muslos vista en la valoración antropométrica, pude observar una pisada rectificada, mucho más pronunciada al correr (hicimos grabación con cámara lenta para el posterior análisis); isquiosurales, posiblemente —aunque evidentemente— acortados, además de una inclinación anterior muy acentuada al realizar una triple flexión, en sentadilla; anteriorización del hombro y rango articular limitado, ya observado en circunducciones de brazos, con una serie de movimientos compensatorios no muy agradables a la vista, como una simultánea hiperlordosis lumbar al ejercutarlas, asimismo lo confirmamos con unas cuantas repeticiones de sentadilla overheat (brazos por encima de la cabeza). También hicimos un test básico para los pelvitrocantéreos, dando positivo, con clara diferencia contralateral.
Todo esto nos llevó algo más de cuarenta minutos. Quizás podría haber dedicado menos tiempo y haberme centrado solo en lo presumiblemente atribuible a la rodilla, verdad? Pues no, es imprescindible invertir el tiempo necesario en la evaluación inicial y que esta sea continua, cómo sino podremos saber qué tipo de programa desarrollar en las próximas semanas?
Otros veinte minutos se lo dedicamos a hacer un cuestionario de alimentación, sin juzgar, solo escuchando y anotando. A la postre marcaría nuestra ruta de navegación en el abordaje nutricional (imágen 4).

Ya metidos en faena, en la segunda sesión, y dentro de una primera fase —o segunda según como se mire—, pude implementarle un programa (imágenes 5a, 5b, 5c, 5d, 5e, 5f, 5g y 5h) dentro de un mesociclo de acondicionamiento psico-físico —sí, psico, digo bien—, y neuromuscular —sí, neuro, también es correcto—. Y los dos términos son redundantes, pues no se entienden separados del contexto de entrenamiento no sé si me explico…

En lo tocante a la alimentación, nunca había hecho dieta, con lo que bastarían una serie de pautas “saludables” para ir metiéndolo en vereda, antes de ponernos a seguir un plan de alimentación acorde a lo demandado (imágen 4).

Quise empezar de cero con él, para hacer las cosas bien desde el principio, así que le pedí paciencia y ocho meses.

Según disponibilidad, comenzamos con una frecuencia semanal de tres días, y en los primeros dos meses nada de correr. El ejercicio cardiorrespiratorio (imágen 6) lo limitamos a bicicleta estática con modificación de los reglajes hacia un ángulo más cerrado en la flexión de rodilla en el pedaleo, aumentando volumen e intensidad según tolerancia, haciendo lo propio con la marcha y con bicicleta elíptica, cuando correspondiese. La parte general consistiría en un trabajo en distribución global (cuerpo completo) y progresión horizontal (por series), con modificaciones cada tres o cinco semanas, en intensidad y volumen (imágen 7) crecientes.
Paralelamente a la recuperación (movimientos con baja carga, control motor, isométricos, etc.), el objetivo, en una primera fase, sería un acondicionamiento físico general, primando el entrenamiento de fuerza en el gimnasio, y la mejora de la composición corporal, hasta la inclusión de una fase específica para el deporte en cuestión.
La parte específica comenzaría con ejercicios descalzo, de marcha, posturales, isométricos, con baja carga, multiplanares, con atención en la rodilla, cadera y tobillo, como parte del calentamiento en la mayoría de las unidades de entrenamiento. Siempre escuchando al cuerpo y realizando este bloque con facilidad y sin dolor.

Para los detractores de la máquina de “leg extension”, aducir que después de esa pequeña introducción, pasamos a realizarlo —junto con movimientos básicos de cadena cinética cerrada—, si bien usando rangos de 90º-45º de flexión y extensión, respectivamente, evitando los últimos grados de extensión, y sin superar el ángulo recto de flexión en movimientos de CCC. Esta máquina, así como su homónima para el “leg curl”, nos acompañaría gran parte del período de readaptación, insistiendo en el control de la carga de trabajo, a groso modo, pues a día de hoy podemos acercarnos pero no saberlo a ciencia cierta…
Hicimos uso de todo el material pertinente del propio gimnasio: prensas, máquina guiada tipo multipower, hack, rack de sentadillas, barras, mancuernas, elásticos, cuerdas, etc. Siempre adaptándolas según lo precisáramos.

En una segunda fase, a las ocho semanas, aproximadamente, e incluso de manera paralela a la anterior, pasamos a una distribución dividida, para poder incrementar mucho más el volumen de trabajo y la intensidad, con una orientación más estructural. Incluimos algún ejercicio unipodal más, e iniciamos carrera continua, con ejercicios de técnica de carrera básicos. Asimismo, a las pocas semanas, fuimos añadiendo ejercicios sobre plataformas inestables, de coordinación y de tiempo de reacción, entre otros. Esta fase duraría otras ocho semanas, aproximadamente.

Por último, derivamos hacia trabajos de fuerza máxima y fuerza explosiva, cobrando un cáliz mucho más específico, puesto que él quería jugar al fútbol. Podríamos decir que ya estaba casi completamente recuperado, con muy buenas sensaciones, al menos sin molestias, con menor porcentaje de tejido adiposo, 12 kg menos de peso, 15 cm menos de circunferencia de cintura, con un buen tono muscular y ganancias importantes de fuerza, adaptando mejores hábitos alimenticios con la consecuente mejora en el perfil nutricional. Pero competir en fútbol, aunque sea a nivel local, demanda otras cualidades más complejas que las de la vida diaria.

Así, nos orientamos a una fase más específica para tal fin, introduciendo circuitos de agilidad, en zigzag, con cambios de dirección, con multisaltos, ejercicios de coordinación con balón, etc. Programamos la carrera, intercalando series intensivas más cortas un día, con otro día extensivo y otro mixto, con protocolos tipo fartlek.
Fuimos evolucionando los multisaltos hasta realizar pliométricos de mayor dificultad e intensidad: segundos de triple, desde cajón arriba, cajón adelante, pasar vallas, y muchos más.
Con esto, las molestias en el empeine del pie volvieron a surgir. Él estaba de vuelta de fisioterapeutas pero, aún así, le insistí para que conociese a uno que yo consideraba muy competente. Y así fue, después de la cita, enseguida nos pusimos en comunicación y él me adujo ciertas circunstancias de interés —algunas ya las conocíamos, otras me dieron mucha información para reorientar el entrenamiento—:

  • Tibia pierna derecha más larga.
  • Dismetría en la alineación de las ramas púbicas.
  • Restricción de la movilidad tibio-tarsiana.
  • Bloqueo tibio-astragalino.
  • Varo de protección, posiblemente causado por la plantilla con tendencia supinadora.
  • Y desequilibrios estabilométricos (medición en plataforma).


La recomendaciones del fisio fueron:
    1. Disminuir el volumen de carrera.

    2. Reducir los impactos de los multisaltos, y la cantidad de los mismos.

    3. Trabajar más la propiocepción, de manera unilateral, con ojos cerrados, sobre bosu, etc.

    4. Seguir con el trabajo de corrección postural y con los movimientos de gesto deportivo.

    5. Realizar una batería de test para confirmar la vuelta a los partidos.

    6. Posponer partido de fútbol.


Así lo hicimos. Rediseñé el programa bajo estas premisas, y lo que yo consideraba por lo visto hasta ahora, y en un par de semanas las molestias habían remitido en su totalidad. A la semana siguiente dedicamos dos sesiones para realizar lo del apartado 5), los test dinámicos. Fue a partir de este momento, en el que valoramos la posibilidad de disputar el primer partido de futbol. Todos los test realizados me parecían razonablemente adecuados y las diferencias musculares se habían equilibrado. Marcamos una fecha concreta y volví a rediseñar el programa para realizar una especie de tapering (imágen 7) y llegar en las mejores condiciones, en vistas a ese primer partido de competición.
Antes del mismo, una de las premisas era que realizase un buen calentamiento, tal y como lo habíamos hecho las últimas semanas, y que no jugase más de 15´ cada parte, y que fuese con las articulaciones bien tapadas, debido al frío de esta época del año.

Así que jugó el partido. Las sensaciones fueron fabulosas, ninguna molestia. Incluso marcó un gol —siendo defensa—.
Desde entonces hasta el día de hoy, salvo un día que sentía las piernas muy cargadas por haber disputado un partido bajo lluvia y en campo de tierra, todo ha ido a pedir de boca.

Ahora hemos reducido los entrenamientos en gimnasio a dos días/semana —también obligados por motivos laborales—, otros dos días dedicados al entrenamiento de carrera, con ejercicios de técnica, y en uno de ellos, el más alejado del partido, con trabajo de multisaltos y plometría.

Me hubiese gustado presenciar un día de entrenamiento de futbol pero, al parecer, en este tipo de ligas locales, de veteranos, no suelen hacer entrenamientos semanales, solo se juntan para jugar el fin de semana.

En mi opinión aún le quedan otros dos o tres meses más para poder rendir mejor, pero las prisas y presión —autoimpuesta por él mismo— por jugar eran cada vez más incontrolables. Aunque de momento todo Ok! Con buenas sensaciones y orgulloso del trabajo realizado.

Expuesta la memoria de este caso, y abierto a todo tipo de cuestiones que pudieran surgir, pregunto:
    - ¿Cuántas personas conoces que estén en esta situación? Puede que tú mismo, verdad?

    - ¿Cuántos equipos de fútbol —y de cualquier otro deporte— tienen en cuenta todo lo expuesto?

    - ¿Por qué nadie conoce las fases a seguir antes y después de una operación de este tipo? Y, si las conocen, por qué no se aplican como hay que hacerlo?

    - ¿Quiénes hacen una valoración inicial exhaustiva, tanto postural, estática, como dinámica, donde poder identificar y dejar reflejados por escrito los eslabones débiles y convertirlos en fortalezas dentro de un proceso de entrenamiento?

    - ¿Cuántos cuentan con Entrenadores Personales con formación y experiencia en el entrenamiento de Fuerza y Acondicionamiento Físico, entre su staff técnico?

    - ¿Podemos evitar las lesiones? O “solo” podemos intervenir sobre los aspectos controlables y modificables de las mismas? Es cuestión de suerte, de mala suerte?

    - A nivel aficionado, merece la pena todo esto? Merece la pena seguir jugando al futbol cuando tu vida familiar, personal y laboral están en juego? Bueno, no seré yo quien le ponga puertas al campo, pero lo que está claro es que así no se puede seguir…

Dicen que las lesiones son una oportunidad: una oportunidad de mejorar, de valorar lo importante. Estoy de acuerdo. Pero también lo son para decidir qué cosas se pueden hacer de mayor provecho. El mío es ayudar a los demás, aportarles algo significativo, y conseguir resultados.

Seguimos trabajando…

P.S.: Debemos ser conscientes de que cada lesión es unipersonal e intransferible, pues así lo son las características inherentes y adquiridas de la persona. Asimismo, una lesión es multifactorial. Y como no suele haber dos lesiones iguales, tampoco los programas de recuperación lo serán, o sí, pero estos no tienen porque funcionar para todos, o no en la misma intensidad, aunque haya variables similares. Además, conviene mencionar la importancia de la alimentación y la recuperación: estas son las otras columnas sobre las que se sustenta el rendimiento de cualquier persona, y más si cabe de un deportista.

Por ello, esta que acabo de presentar es solo una propuesta más, basada, como no, en la literatura científica y en la experiencia significativa, y adaptada a esa persona en particular.

ADENDA: Reiteradamente se pueden ver en los campos de fútbol lesiones muy graves y por desgracia ya en edades muy tempranas. Y seguidamente se siguen los mismos protocolos, estériles en algunos casos e insuficientes en muchos otros, para la rehabilitación y consiguiente readaptación, si es que existe —puesto que se suelen saltar los pasos al respecto—. Y creedme que muchas de esas lesiones "indirectas" se podrían haber evitado, o en su caso disminuido su intensidad y casuística, si las cosas se hiciesen adecuadamente. Pero pareciera que se sigue mirando para otro lado sin querer aceptar la realidad de esta situación. Se puede hacer tanto con tan poco…

















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viernes, 22 de diciembre de 2017

"Un gigante muy despierto"

   Llevo unos 12 años trabajando en el gimnasio, y hace poco más de tres que me dedico casi en exclusiva al entrenamiento personal, mayoritariamente a la readaptación de lesiones, y especialmente con personas aquejadas de dolor de espalda, que además suelen presentar hernias, protusiones, espondilolistesis, y otras, aunque no tengan porque estar relacionados. He revisado cientos de estudios sobre esta y otras temáticas. Me apoyo constantemente en otros compañeros, profesores, fisioterapeutas, médicos, investigadores y demás. Lo que he visto en cada caso, con un trabajo más cercano como el que se puede llevar a cabo con el entrenamiento personal, otorgándome la experiencia, significativa, adquirida todos estos años —que espero y deseo que sean mínimo otros tantos—, va redundando en varias conclusiones que quisiera compartir con cuantas más personas mejor:

1. Después de la entrevista inicial y revisión de la historia clínica, resulta obligatorio hacer una Valoración Funcional de inicio —y continuada en el tiempo—, cómo sino podremos ni tan siquiera intuir qué sucede?

2. Habrá que analizar detenidamente cada caso particular, pero no cabe duda de que se puede y se debe coger peso —muy al contrario de lo que se suele oír por algunos lares—. Se puede y se debe vivir. Pero para ello es necesario salir de tu zona de confort, de lo que te han contado. Revisar tus creencias, los mitos, lo que se ha hecho toda la vida, lo que se da por sabido. Hay soluciones reales que jamás habrías pensado que funcionarían. Son tan obvias que se obvian por su obviedad.

3. Identifica posibles desequilibrios, puntos débiles, integra estiramientos estáticos y dinámicos. Ejecuta ejercicios en todos los planos y ejes del movimiento corporal, en rangos seguros, sin dolor, adaptados a la persona que tenemos delante. ¿Qué puedes hacer sin dolor? Pues desde ahí vamos a trabajar… Te duele? Bueno, pero lo toleras? Pues desde ahí seguimos trabajando… “Lo más difícil que se pueda hacer con facilidad”.

4. No trates la lesión. No trates a la persona. Trata con ella. Escúchala! Incluye el aspecto biopsicosocial en el programa, en la comunicación. Pregúntale por su entorno. Observa!

5. Mide muy bien lo qué dices y cómo lo dices. No refuerces las creencias negativas. No alimentes el miedo. Usa un lenguaje positivo, sin condescendencias. Educa en el “No Dolor”. Insiste en explicar de manera sencilla qué sucede? —Explain the Pain, Revolution—. Ayuda a que la persona lo vaya interiorizando. Lo qué se dice es importante, pero lo qué piensa la persona lo es mucho más —eres lo que piensas—. Eres lo que crees, piénsalo!

6. “Trata a una persona tal y como es —o por lo que es en un momento determinado— y seguirá siendo lo que es, trátala como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser”.

7. Cada persona, es mucho más que un conjunto de células, que una apariencia, que un patrimonio. Cada uno de nosotros, en su fuero interno, seguro está librando una batalla que resulta imperativo y necesario respetar. Cada ser es un alma, un conjunto de emociones; todos tenemos un pasado, unos valores y una educación únicos e intransferibles. Nos servimos de una conexión mente y cuerpo ávido de nutrirse de nuevas experiencias que bañen nuestra historia pero, que sin duda, las decisiones tomadas, estarán influenciadas por nuestras experiencias pasadas. Tratemos a cada persona con la humildad, respeto y seriedad que se merecen.

8. Medir, medir, medir… Escuchar, escuchar, escuchar… Estudiar, estudiar, estudiar… Aplicar, aplicar, aplicar… Pensar, pensar, pensar…

9. Que hay que ser insistente, a veces pesado, e informar adecuadamente, divulgando en el medio que sea, alcanzar a cuanta más gente mejor. Hacerles ver a qué me dedico, qué hago, cómo lo hago, qué resultados pueden conseguir? Y también que uno no puede alcanzar a todo y que hay compañeros mucho más preparados en otras cuestiones. Aunque si no sé la respuesta de algo que pueda ser de mi interés, la buscaré encarecidamente.

 - Puedo presumir de algo, bueno, yo no, la gente a la que ayudo a entrenar: de 20 personas que han iniciado un programa de entrenamiento conmigo, en el tiempo que hemos estado entrenando —algunos 6 meses, otros 3, como mínimo, otros 12, y unos pocos, más de 18 meses—, solo 1 de cada 20 personas han tenido una recaída en sus problemas de espalda, el cual hemos solventado en las dos o tres semanas siguientes. Una de cada 20! Eso es el 5% si las matemáticas no me fallan. Y aunque me fallasen los números, pues nunca fui muy ducho en estadística, al tener todo anotado, todos los diarios de seguimiento, las anotaciones en los programas, el control de las cargas, las sensaciones, lo objetivo y lo subjetivo…, no hay margen para la equivocación.

 - Que las personas de más de 6 meses, más o menos, han comenzado a realizar las sesiones de manera autónoma, sin mi supervisión diaria, pactando sesiones o semanas de control, lo que ha redundado en un ratio coste/beneficio más eficiente, con todo lo que ello supone no solo a nivel personal, sino a nivel familiar, sanitario, social, etc.

 - En la mayoría de los casos, digamos el 95%, no hemos acudido a las tracciones osteopáticas, ni a colgarse boca abajo, ni al Pilates, ni a métodos hipopresivos con o sin apneas, ni natación, ni masaje, ni perdido el tiempo con un montón de ejercicios de moda, remedios, y otras hierbas. No quiero decir que estas terapias o herramientas no tengan su cabida y que se puedan usar en un momento determinado, pero esto es lo que es, y la verdad no se inventa, solo se inventa la mentira…

 - Sí hemos entrenado, respirado, estirado, progresando en la dificultad de los movimientos, en el volumen, en la intensidad. Perfilando la calidad en la ejecución de movimientos básicos, desde tareas cinestésicas con poca carga, de control motor, posturales, hasta integrarlos en tareas más complejas, o no. A lo mejor con quedarse con lo básico fue suficiente.

   Puede que aún no haya protocolos irrefutables para combatir el dolor de espalda en sus distintas versiones, puede que nunca los haya. Puede que aún no podamos asegurar que una intervención es mejor que otra —aunque yo, en mi pequeña parcela, tengo muy claro que sí hay unas mejores que otras, y que muchas habría que desechar de facto—. Hay literatura muy buena en este campo, derivada de investigadores de la rama de la Neurología, de Fisioterapeutas, de Licenciados en Ciencias de la Actividad Física, de médicos, etc., que así lo corroboran —véase el excelso trabajo de documentación por parte de la Fundación Kovacs, aquí en España—.

Hace unos días pude leer unas palabras de un insigne neurocientífico en el que decía que “la fisioterapia es el gigante dormido en el tratamiento del dolor”. Bien, podemos estar de acuerdo o no pero, y si a hombros de ese gigante se encaramase otro coloso ancestral que está saliendo del ostracismo embriagado al que fue relegado no se sabe muy bien por qué?

Hoy en día, en mi opinión, la profesión con más potencial, con más proyección de futuro —y presente—, con más armas y herramientas para disponer, y con más competencias de actuación —aunque algunas aún no estén reconocidas por las instituciones competentes—, es la ligada a las Ciencias del Ejercicio Físico y la Salud, a la preparación física, a la readaptación. Siempre apoyada en las demás profesiones sanitarias, por supuesto.

Y si hubiese un gigante muy despierto denominado Entrenamiento Neuromuscular?

Y si pudiéramos entre todos construir una colla castellera y unir fuerzas en beneficio de la población?

Para reflexionar…