domingo, 22 de octubre de 2017

Rendimiento puro y duro, pero con salud. Cómo sino?

Hace cuestión de un año, un buen amigo me pidió si podía ayudarle con la preparación para hacer triatlones. Nos sentamos a hablar, y escuché con detalle todas sus inquietudes, objetivos, horarios, etc., para hacernos una idea de cómo le podía ayudar y si lo que él pretendía era viable o no.

Yo ya conocía, a groso modo, como estaba su condición física, aunque no conocíamos parámetros de pruebas de esfuerzo, ni siquiera test básicos y controles médicos, con lo que ese fue el primer paso a dar.

Así, me facilitó parte de la información requerida, como sigue:

- En lo que respecta al reconocimiento médico, en el apartado biométrico (hematología, bioquímica y urianálisis), con unos resultados dentro de los límites de normalidad, según criterio facultativo.

- La antropometría se la realizaron mediante el método de impedancia bioeléctrica (BIA de Tanita), a fecha febrero de 2015, para determinar la composición corporal:

  • Edad……29 años 
  • Altura……184 cm 
  • Peso……92,4 kg 
  • IMC……27,3 
  • Masa Grasa Corporal……17,3 kg (18,7%) 
  • Masa Libre de Grasa……75,1 kg 
  • MME (Masa Muscular Esquelética)……75,8 kg 
  • Líquidos corporales……61,9 kg (66,99%) 
  • Metabolismo Basal……2328 Kcal 
  • Brazo……37 cm 
  • Cintura……100 cm 
  • Cadera……103 cm 
  • Muslo……60 cm 

Él había sido opositor hace ya algunos años, con un resultado positivo al haber entrado en el CNP. Desde entonces, y hasta hace un par de años, se había dedicado en exclusiva al trabajo de musculación —con muy buenos resultados, por cierto—, junto con la práctica de ciertos deportes de manera esporádica. Pero en el último bienio sus inquietudes iban más allá, le entró el gusanillo de usar su cuerpo de otra manera, de transformar la energía en desplazarse corriendo, en zancadas, frecuencia; en traccionar y arrastrar agua, en batido de piernas, rolido, recobro; en generar vatios pedaleando, en cadencias, desarrollos..., sentía la necesidad de competir.

Cabe decir que él ya llevaba un año rodado, perteneciendo a un club de triatlón, y realizando los entrenamientos bajo la programación de los técnicos del mismo, así como el trabajo en gimnasio y la dieta bajo el asesoramiento de los monitores de otro gimnasio al que iba en su localidad de residencia.

Su progresión fue descomunal, explicable, por otro lado, de no haber entrenado nunca la natación, de no haber montado en bici de manera sistemática, y de haber reducido casi diez kilogramos de peso corporal en un año, con lo que las mejoras de cara al triatlón eran de esperar —el lastre de desplazar diez kilos, aunque fuesen de músculo, en pruebas como las del triatlón, son determinantes, lógicamente—. Mencionando, además, la predisposición genética que denota para casi cualquier deporte —algo muy a tener en cuenta y que nadie debiera pasar por alto—.

No me voy a adentrar en explicar los métodos de entrenamiento que estaban usando en la preparación de las tres pruebas de triatlón, en su modalidad “sprint” —aunque lo haré con buen gusto si alguien me lo solicita—, pero sí reseñar que hubiese sido mucho más efectivo, aunque desconozco si viable, por parte de los técnicos del club, haber individualizado mucho más la programación. No obstante, entiendo las dificultades que se presentan al organizar a un número determinado de atletas, para los que habría que disponer de varios técnicos que pudieran satisfacer sus necesidades de cara a la planificación, pues no todos los deportistas tienen el mismo nivel, ni las mismas cualidades, ni los mismos horarios y objetivos.

Esto me lleva a observar que hay una fuerte demanda de entrenadores de triatlón. Un deporte en alza, que en los últimos años, especialmente aquí en España —y concretamente en Galicia—, gracias a los triunfos tan mediáticos de nuestros atletas oriundos, ha ido asentando las bases para su actual explosión.

Sin embargo, esto también ha hecho que surjan “entrenadores” de debajo de las piedras. Personas sin una formación suficiente, que en la mayoría de los casos, por ostentar cierta experiencia compitiendo a nivel popular o aficionado, ya piensan que pueden dar prescripciones a terceras personas. Y lo que es peor, desconocen los principios fisiológicos del entrenamiento, presumiendo, para más inri, de saber de todo: de trabajo en gimnasio, de carrera, de natación, de bici, de alimentación, de suplementación, etc. Y no, salvo excepciones, estamos en pañales y bastante lejos de saber planificar. Podemos acercarnos a cumplir una serie de objetivos, pero casi siempre por sensaciones y a ojo de buen cubero. En palabras del profesor Juan Ramón Heredia —alguien a quien sigo y admiro profesionalmente—, “hacer sudar a alguien es bastante sencillo, lo puede hacer cualquiera, pero saber qué y para qué se hace resulta en un constante esfuerzo por saber qué se está haciendo”.

Volviendo al atleta, en algún momento le asesoraron y se dejó llevar, haciendo programas en el gimnasio que no se correspondían con la demanda del deporte en cuestión, siendo, en la mayoría de los casos, incompatibles, pero aún así notando mejoras, especialmente por lo mencionado en los párrafos anteriores. Sin ánimo de acritud, resulta curioso como alguien que ha aprendido tanto en casi diez años entrenando para distintas pruebas físicas, que ha superado oposiciones, que ha seguido los programas de su anterior entrenador al dedillo, que ha conseguido tan buenos resultados, de repente parece olvidársele todo y se ve haciendo cosas inverosímiles, más aún para las características del deporte en cuestión, dejándose asesorar por alguien que evidencia un alto grado de desconocimiento de lo que está haciendo y de lo que se debe hacer —un ejemplo de que, pese a todo, un campeón lo será—.

En la “imagen 1” se muestra un claro ejemplo de agnotología profesional, o no, cada uno que saque sus propias conclusiones.





Como colofón, al analizar estos protocolos ad libitum —no parece otra cosa—, le pregunté de manera directa: y la pierna? Respuesta: “desde que empecé con triatlón, me quitó los ejercicios de pierna”… Sin comentarios... Solo decir, que es un error sacar trabajo de piernas; que es un error tanto volumen de trabajo, con ese rango de repeticiones y con los tipos de ejercicios prescritos; que no figura ningún tipo de mesociclo pre-competitivo, todo es lineal, y que este chico estaba pagando por ello, y quién lo hizo, cobrando. Pero vuelvo a insistir: pese a todo, mejoraba en las transiciones, en los ritmos de carrera, en los tramos de bici, etc., para reflexionar…

—Un año después, al volver hacer un informe de la composición corporal, ya pesaba 82 kg (antes 92,4 kg), y con un 8,54% (antes 18,7%) de grasa corporal estimada—.

Bueno, con todo, él se dio cuenta que necesitaba, y que podía, mejorar aún más. El siguiente paso fue hacer un estudio biomecánico de la pisada y de la posición en la bici, para ello asistió a un centro donde tenían la aparatología pertinente. En el tema de natación, se apuntó a un curso de perfeccionamiento, así como, constantemente, uno de los técnicos del club le hacía las correcciones necesarias, con ejercicios de técnica, pero, yo me hago la siguiente pregunta: qué no es técnica? Cada cual que se responda según su criterio…

Seguidamente, y ya bajo mi supervisión —no sé si buena o mala, lo digo sinceramente—, lo primero que hicimos fue una valoración antropométrica mediante el protocolo de perfil restringido de la ISAK, el cual adjunto en la “imagen 3”, con los correspondientes resultados.




En lo tocante a la alimentación, y también, ya bajo mi criterio, esta no era la más idónea. Había algunos alimentos procesados de pobre calidad, y la distribución era mejorable. En este apartado, apuntar que, a priori, le sientan mal los lácteos, y que durante las tiradas largas en bici tomaba un preparado isotónico, y que no recurría a ningún tipo de suplementos. Si bien bajó esos 10 kg mencionados en este año, quizás producto de una restricción calórica, sumada a un aumento considerable del gasto energético, y una pérdida de masa muscular esquelética, por haber pasado de entrenamientos, casi en exclusiva en el gimnasio, de musculación —con todo lo que ello implica—, a correr, nadar, montar en bici, etc. Aunque, en referencia a los programas del gimnasio de cara al triatlón, anteriormente citados, pudieran parecer que tenían una orientación estructural, sobre el papel, en realidad la intensidad no estaba controlada, estando bastante alejada, además, de los objetivos de hipertrofia, aunque dudo que se fuese consciente de este hecho, viendo como estaba organizado todo.

Por otro lado, hablamos de transferencia? Porque bien se pueden obtener conclusiones diametralmente opuestas, no? Ahí lo dejo…

Después de repetir la valoración antropométrica (imagen 4), procedimos a realizar una estrategia nutricional más exhaustiva y específica, siguiendo la literatura científica al respecto, haciendo especial hincapié en las dos semanas previas a una competición, y manteniendo un criterio general en los periodos más alejados a las pruebas, en este caso.




A la cuarta semana de ponerse en mis manos, y dejando estas primeras semanas de adaptación a los cambios introducidos, se sentía muy bien, con muy buenas sensaciones en el gimnasio, volviendo a trabajar las piernas con ejercicios dominantes de cadera, rodilla, introduciendo multisaltos básicos, y progresando en ejercicios de técnica de carrera —qué no es técnica?—. De hecho en la décima semana se marcó una muy buena competición en un triatlón. En lo tocante a la alimentación, también, bien, manteniéndose estable en el peso, entre 80-81 kg, y sintiéndose satisfecho al comer, sin quedarse con hambre y respondiendo bien en los entrenamientos.

Al completar unos dos meses, más o menos, se empezó a preocupar —casi obsesionar— por el peso, puesto que notaba ciertas oscilaciones al alta, considerándolo, por mi parte, como producto de un estancamiento (después de un año de bajada), lógico, en el peso total, y a razón, de los distintos días de entrenamiento y alimentación (alimento y líquido), así como los horarios de trabajo y los de sueño. Ya sabemos que nuestro organismo no suma 2+2=4.

Tenía sensación de estar algo más pesado al correr, de hecho hubo una merma en un par de competiciones. También empezó a tener bastante ansiedad entre comidas. Y en la natación no conseguía avanzar más.

Hicimos ciertas modificaciones en la estrategia nutricional y el programa de gimnasio, pero, sobretodo, insistí mucho en aumentar los descansos entre semana, pues solo estaba teniendo un día de descanso solo en las semanas de competición, previo a la misma, y podía estar entrando en una saturación tanto física como psicológica. De hecho, en la natación se sentía como bloqueado. Así como en los tramos de carrera a pie se marcaba los mejores tiempos parciales en su categoría, en casi todas las pruebas, ídem en la bici, en el agua salía muy por detrás, con lo que eso supone en pruebas tan cortas como un triatlón sprint.

Mi recomendación fue clara: empezar a seleccionar qué pruebas dedicarle mayor esfuerzo, puesto que no se puede, ni se debe, ir a tope en todas las competiciones, sobre todo al ser tan seguidas, es imposible.

En referencia a la natación, es necesario decir que, si esta no se trabaja desde edades más tempranas, difícil alcanzar un nivel notable, aunque, con entrenamiento, constancia, perseverancia, etc., sí se puede conseguir un nivel mínimo aceptable, como es el caso, pero no se conformaba.

Dicho todo esto, ya al encontrarnos en la recta final de la temporada de triatlones, nos marcamos un pequeño objetivo de reducir entre 1-2 kg de peso corporal, intentando no acusarlo en el rendimiento, viendo así como ello podría suponer un beneficio extra. Pero no hubo tiempo para mejorar nada más, ya que su trabajo no le permitía ir a más pruebas. Objetivos a partir de ahora? Descansar y desconectar de los entrenamientos, competiciones, dietas, etc.

Volvimos a quedar y realizamos otro control antropométrico (imagen 5). Luego nos sentamos a hablar para hacer un esbozo del planteamiento de cara a la siguiente temporada, llegando a conclusiones mutuas, donde veíamos la posibilidad de hacer algunos cambios: de club, de entrenador, de ambiente, de entorno… Se hacía necesario tomar decisiones para facilitar las cosas, tantos viajes, entrenadores en una provincia, entrenamientos en otra, gimnasio aquí, gimnasio allá… A distancia se hace complicado, sobre todo a partir de ahora, donde los objetivos ya son de cara a campeonatos nacionales, incluso europeos.




Un mes después del merecido descanso, le envié un mensaje preguntándole qué tal, a lo que me respondió muy positivamente. Pudo desconectar, descansar, comer diferente, estar más con la familia, viajar a otros países… Claramente, estaba saturado.


De cara al inicio de esta nueva temporada, estará el mantener el nivel alcanzado y, como no, seguir buscando las mejoras, pues aún tiene mucho potencial. Serán muy importantes los test que se realicen para marcas las zonas de entrenamiento en los distintos sectores del triatlón, y así tener un control de la evolución con el paso de los meses. Asimismo, una prueba de esfuerzo deportiva, donde poder hilar más fino, sería una inversión con muy buen retorno, pues da mucha información para los entrenamientos.




Ya para finalizar, es importante para mí, agradecer la confianza puesta en mi saber hacer por parte de un amigo, durante toda esta temporada 2016-2017. Ha alcanzado un nivel muy bueno para entrar en competiciones nacionales, y reúne casi todos los requisitos para, en su categoría, despuntar. Pero con el objetivo claro de hacer por hacer, disfrutándolo. Eso jamás se puede perder. Ahí está una de las claves. Ya sabes que tu trabajo es el mío, tus razones también.

El entrenamiento de fuerza, y el acondicionamiento físico, son la base para cumplir con garantías, y de manera eficiente, cualquier disciplina deportiva. Y, en palabras del profesor y preparador físico, Manuel Pombo, "el deporte de élite no da salud, la exige. No lo olvidemos". Sin salud no puede haber rendimiento.

Seguimos trabajando…