viernes, 27 de abril de 2018

Una buena iniciativa a la que le sigue faltando una pata: el ENTRENADOR PERSONAL

Desde el 2012 está en funcionamiento la unidad de suelo pélvico del CHUO (Complexo Hospitalario Universitario de Ourense), con la médico María Jesús López, la fisioterapeuta Esther Estévez, y bajo la gestión de la doctora Lucía Camino. Un gran avance que en Ourense se haya implementado esta unidad en el servicio público sanitario, poniéndonos a la vanguardia de otras ciudades españolas y de Europa, donde nos llevan años de ventaja. Pero, sin ánimo de crítica —más bien todo lo contrario—, y hablando por experiencia práctica, y teórica, y no porque me lo invente, aunque aún estoy en pañales en algunas cuestiones, pero uno no elige los casos prácticos, pero sí elige estar mínimamente preparado para cuando aparezcan casos prácticos, y eso pasa por estudiar, por observar e imitar la experiencia de profesionales mejor preparados, de aprender de expertos en un campo en concreto, y de la experiencia propia…

En este último año he entrenado a cuatro mujeres que han referido ciertas disfunciones en su periné o suelo pélvico, y a dos hombres que, aún sin seguir un tratamiento específico para ello, sí que presentaban ciertas alteraciones a tener en cuenta. Si en mujeres aún sigue siendo un tema tabú, qué decir en hombres; pero realmente somos muy diferentemente iguales…

Los dos casos más representativos de lo pertinente al texto, son los dos últimos: una chica de treinta y pocos y otra de cuarenta, las dos multíparas. De la primera ya he reportado su memoria (enlace, enlace), y seguimos entrenando con unos resultados sobresalientes; de la segunda aún no puedo dar mucha cuenta de la progresión, pero con el paso de las semanas iré redactando el caso.

Lo que quisiera exponer, a raíz de la magnífica noticia compartida, es que el tratamiento seguido en las unidades de rehabilitación del suelo pélvico, aún siendo unos protocolos más o menos acertados, y con más o menos evidencia científica, aún no alcanzan a completar lo que se debería esperar de una recuperación completa. Las evaluaciones por parte de las matronas, ginecólogos, urólogos, etc., así como las sesiones de fisioterapia, el biofeedback, la electroestimulación, el láser, el botox, etc., aún siendo necesarias, por sí solas son incompletas, no garantizando una recuperación satisfactoria en la mayoría de los casos.

Se prescriben ejercicios para “hacer en casa”, y eso está bien, pero los estudios científicos realizados han demostrado que los ejercicios supervisados, con instrucción directa, son mucho más efectivos que hacerlos por su cuenta. Además existen importantes limitaciones a la hora de hacer un seguimiento y comprobar, por ejemplo, la intensidad y la técnica de lo que se está realizando, o si realmente se está cumpliendo con la pautado. Se emplean cuestionarios periódicos de seguimiento, sí, pero son bien sabidas las limitaciones que ello supone, por la subjetividad de las respuestas, entre otras. El seguimiento ha de ser lo más cercano posible.

Se prescriben ejercicios de Kegel —de contracciones voluntarias—, y eso está bien, pues deben formar parte del tratamiento de primera línea en incontinencias y prolapsos, pero la mayor parte de la musculatura perineal se comporta de manera involuntaria, dependiente del sistema nervioso autónomo. Se necesita algo más, mucho más, para recuperar la función real del suelo pélvico, y de todos los tejidos interdependientes. Y tiempo, se necesita tiempo, y bien aprovechado para lograr las adaptaciones suficientes en el tejido conectivo.

Se insta a llevar una vida normal, practicando actividad física, natación, caminar, bailar, etc., pero sin pasarse, sin coger pesos, sin hacer esfuerzos, pero se está comprobando como el ejercicio físico bien pautado, más concretamente el entrenamiento de fuerza tipo resistido, con pesas (barras, mancuernas, poleas, máquinas guiadas, elásticos, incluso el propio peso corporal), así como de estabilización, si se practican con un adecuado control motor, con una correcta higiene corporal, poniendo énfasis en el patrón respiratorio y con la técnica adecuada, está consiguiendo mejoras globales, en todo el cuerpo y, por extensión, en la faja abdominal —en el complejo lumbo-abdomino-pélvico—, y, concretamente, y de manera indirecta, en el suelo pélvico, pues este no deja de ser una continuidad de toda esa cavidad comandada por el diafragma. Tan importante es realizar un trabajo analítico del entramado perineal, como lo es de toda la musculatura asociada y, de manera global, del todo el cuerpo.

Se torna necesario ir estimulando los distintos grupos musculares, atendiendo a la tonificación y funcionalidad de la musculatura glútea y pelvitrocantérea, a los cuádriceps e isquiosurales, así como a toda la faja abdominal, erectores espinales, paravertebrales, musculatura dorsal y periescapular, sin olvidarnos de la musculatura pectoral, deltoidea y braquial, entre otros. Pues todos los músculos —superficiales y profundos—, fascias, ligamentos y nervios trabajan en sinergia, formando parte de una cadena biomecánica y con respuestas fisiológicas al movimiento.

No podemos seguir pensando que hay una fecha concreta, o un tratamiento determinado, o un número “x” de sesiones de fisioterapia, y ya se habrá rehabilitado el suelo pélvico para siempre! Como con cualquier otra alteración, o sin ella, debemos buscar mantener esas mejoras, y mejorarlas todo lo que se pueda, buscando una regularidad a largo plazo —de por vida—. Para ello se deberán integrar todas las herramientas disponibles y que hayan mostrado efectividad; se deberá trabajar la actitud, enfrentar los estigmas, creencias y miedos; resulta fundamental aproximarse a conocer la dosis de ejercicio óptima para cada caso, pues no todo vale —infórmate bien, no te quedes con lo primero que te dicen—. Cuántas mujeres —y hombres—, cuántas personas conocen lo que el ejercicio físico bien pautado puede hacer por ellas?

Desde los servicios sanitarios veo la obligación de conocer todo esto, y el deber —también imperativo— de transmitírselo a los pacientes. Habrá que trabajar la humildad de reconocer estas limitaciones, y de saber derivar a los profesionales competentes del ejercicio físico, y que ello sea bidireccional e interdisciplinar, a poder ser. Hay que dar soluciones reales!

En definitiva, se va avanzando, pero sigue faltando una pata para completar una mesa fuerte y estable.

Entrenamos para la vida!

Seguimos trabajando…