jueves, 26 de septiembre de 2019

La carga de entrenamiento: más allá de lo específico

El mundo del fútbol profesional, y de casi todos los deportes, ha estado sufriendo una evolución tecnológica en los últimos años. Ello se está materializado en un mejor control de la principal variable del rendimiento deportivo: LA CARGA (1, 2). Si entendemos la carga no solo como el nivel de trabajo realizado por un organismo y su respuesta individual (carga interna), sino, y, sobre todo, como el “conjunto de estresores fisiológicos, psicológicos y mecánicos (carga externa), con estímulos que se aplican a un sistema biológico humano durante períodos de tiempo variables (segundos, minutos, horas a días, semanas, meses y años) y con una magnitud variable (es decir, duración, frecuencia e intensidad)”, tendremos el andamiaje puesto para empezar a trabajar y acercarnos a la optimización del rendimiento deportivo.

El estudio (3) y control (4, 5) de la carga de entrenamiento es un aspecto clave en la mejora del rendimiento y la preparación de los deportistas. Hay muchas formas de acercarse a medir y controlar la carga de entrenamiento: junto con el ojo entrenado del preparador físico, la percepción subjetiva de esfuerzo (RPE), la frecuencia cardiaca, la tensión arterial y gasto cardiaco, la medición de lactado e hidrogeniones en sangre, etc., nos encontramos con la medición instantánea de encoders lineales y rotatorios, aplicaciones, teléfonos, relojes inteligentes y wearables varios, hasta llegar a sistemas radar, láser y GPS, entre otros. El monitoreo regular de los atletas es fundamental para garantizar cargas de entrenamiento externas e internas apropiadas para maximizar el rendimiento y minimizar el riesgo de enfermedad. De esta forma se pudiera hacer un seguimiento del deportista y adaptar el entrenamiento de manera lo más individualizada posible.
Con todos estos adelantos tecnológicos, podemos medir parámetros tan importantes como la velocidad durante las aceleraciones, los esprints, desaceleraciones, velocidad media, kilómetros o distancia total recorrida, máxima velocidad de carrera (HSR) y metros por minuto judado, velocidad aeróbica máxima (VAM), número de impactos, tensión fisiológica que sufre el deportista, carga que sufre el sistema músculo-esquelético, etc. Esta clase de parámetros reflejan demandas de carácter metabólico y también neuromuscular que tienen como finalidad acercar el conocimiento del atleta al entrenador –y su staff— y de ahí mejorar la interacción entre ambos con el fin de lograr los objetivos deportivos propuestos.

Aunque la etiología de las lesiones en los deportes es multifactorial dentro del modelo de sistemas complejos, involucrando factores de riesgo extrínsecos e intrínsecos, han surgido pruebas de que el manejo de la carga es un factor de riesgo importante para las lesiones. El respeto insuficiente del equilibrio entre la carga y la recuperación puede provocar fatiga prolongada y respuestas anormales al entrenamiento (mala adaptación), y un mayor riesgo de lesiones y enfermedades. El desequilibrio entre la carga externa y la capacidad del tejido juega un papel causal significativo en la lesión.

Ahora bien, todo esto es muy bonito sobre el papel, pero un concepto clave a tener en cuenta para los responsables del manejo de la carga es que las malas adaptaciones se desencadenan no solo por el mal manejo de las cargas de entrenamiento y competición, sino también por la interacción con estresores psicológicos no deportivos, como el estrés negativo de eventos de la vida y las perturbaciones diarias. Así mismo, la variación inter e intraindividual (p. Ej., Edad, sexo, deporte, estado físico, fatiga, salud, factores psicológicos, metabólicos, hormonales y genéticos) complican en gran medida el manejo de la carga en los atletas. No puede haber un programa de entrenamiento 'talla única para todos'.

Las cargas deportivas y no deportivas imponen estrés a los atletas, cambiando su bienestar físico y psicológico a lo largo de un continuo que progresa desde la homeostasis a través de las etapas de fatiga aguda, sobrecarga funcional y no funcional, síndrome de sobreentrenamiento, daño subclínico en el tejido, síntomas, lesiones o enfermedades con pérdida de tiempo y viéndose obligado a parar. Sin embargo, con una recuperación adecuada después de una carga, el proceso se revierte, la remodelación de los tejidos y la homeostasis se restauran, a un mayor nivel de condición física —alostasis—. El principio fundamental en la teoría del entrenamiento es utilizar este proceso de adaptación biológica para aumentar el estado físico y, posteriormente, mejorar el rendimiento.

Las altas cargas pueden tener influencias positivas o negativas en el riesgo de enfermedad en los atletas. Las altas cargas absolutas de entrenamiento están asociadas con un mayor riesgo de enfermedad en atletas recreativos y subelite (curva en forma de J). Existe alguna evidencia de que este puede no ser el caso en atletas de élite de alto nivel (curva en forma de S). El aumento de las cargas externas (volumen e intensidad del entrenamiento) e interno se asocian con un mayor riesgo de enfermedad, y los atletas responden significativamente mejor a aumentos relativamente pequeños (y disminuciones), en lugar de grandes fluctuaciones en la carga. Hay evidencia de algunos deportes de que si se aplica la carga de manera moderada y progresiva, y se evitan los aumentos rápidos de la carga, en relación con lo que el atleta está preparado, las cargas altas y el entrenamiento físico intenso pueden ofrecer un efecto protector contra las lesiones. La carga siempre debe prescribirse de forma individual y flexible, ya que existe una gran variación inter e intraindividual en el marco temporal de respuesta y adaptación a la carga, y por lo tanto la susceptibilidad a las lesiones. El monitoreo regular de los atletas es fundamental para garantizar niveles óptimos de cargas externas e internas y, por lo tanto, para maximizar el rendimiento y minimizar el riesgo de lesiones.

Por otro lado, sabemos que el mayor limitante del rendimiento físico es la lesión, pero también sabemos que el riesgo lesional cero no existe. Y cuando esta se produce, se deberá adaptar y progresar la carga e individualizar la intervención, pero profundizar en esto no es el objetivo de este texto. Lo que sí es el objetivo, es hablar de las herramientas disponibles para reducir el riesgo de lesión y seguir mejorando el rendimiento deportivo.
Los factores (6) responsables de causar lesiones se agrupan en intrínsecos y extrínsecos. Y los jugadores profesionales de fútbol tienen un riesgo sustancial de sufrir lesiones (7), especialmente durante los partidos.

Tal y como se evidencia en el fantástico estudio de Fort y Romero (8), actualmente sabemos que los factores de riesgo neuromuscular son modificables mediante el entrenamiento. Para poder conseguir este objetivo es muy importante tener la capacidad de diseñar tareas adecuadas en cada caso, analizando su ejecución con los deportistas y dando las indicaciones adecuadas en cada momento. Podemos considerar esta premisa como la base para poder conseguir adaptaciones positivas con la intención de mejorar el control neuromuscular.

No obstante, Tim Gabbett (9, 10) y su grupo de trabajo sostienen que “no es la carga en sí lo que produce la lesión, sino la carga para la que no se está preparado”. Por ello se están utilizando enfoques preventivos (11) prometedores que revisan las estrategias de implementación de programas de entrenamiento y la gestión de las cargas de trabajo individuales. La evidencia es consistente en demostrar que “tanto las lesiones agudas como las lesiones por uso excesivo podrían reducirse mediante programas (12) de acondicionamiento físico. Concretamente, el ENTRENAMIENTO DE FUERZA redujo las lesiones deportivas a menos de 1/3 y las lesiones por uso excesivo podrían reducirse a la mitad”.

A todo esto, es importante añadir que la carga global de trabajo o de estrés de un organismo, y variables de entrenamiento más específicas como el carácter de esfuerzo y la velocidad de ejecución, entre otras, marcarán otras diferencias críticas para el rendimiento deportivo. No es lo mismo realizar ciertas tareas a velocidad lenta, que rápida, que explosiva. Porque, aunque puedan tener adaptaciones similares para mejorar la masa muscular y la fuerza máxima, y más conveniencia de velocidades bajas en ciertas fases de rehabilitación, el rendimiento deportivo, digamos funcional, la potencia y la fuerza explosiva son características inherentes a cualquier gesto deportivo que se haga a máxima velocidad, y con tiempos de reacción mínimos. Además, la complejidad deportiva, tanto en deportes individuales como de equipo, pero mucho más en estos últimos, va marcada por la incertidumbre y los niveles de entropía (13). Las acciones no se dan en un entorno controlado como puede ser una sala de musculación, donde se ejecute una sentadilla, incluso una cargada de halterofilia, con un peso dado y a una velocidad determinada, pudiendo medirla con un encoder lineal. En el fútbol, por ejemplo, el mero hecho de introducir el balón ya implica demandas variables, ya sea a la hora de recibir, conducir, pasar, golpear o lanzar el balón. Comprender el proceso no lineal inherente a la manipulación de variables de entrenamiento puede ayudar a mejorar la efectividad del entrenamiento físico y, en última instancia, a comprender mejor y maximizar el rendimiento deportivo.

Para concluir, quisiera resaltar dos puntos muy importantes: por un lado el papel psicológico que el entrenador desempeña en la configuración de la mentalidad de los jugadores en particular y del equipo, en general (14) al motivar la actitud de los deportistas, y por otro, el amplio espectro de posibilidades de las que dispone el profesional del entrenamiento y la readaptación, donde la toma de decisiones (15) con base en la comprensión teórica del atleta (el 'quién'), los principios del entrenamiento de fuerza y acondicionamiento físico y las demandas deportivas (el 'qué') y las teorías de aprendizaje y el comportamiento (el 'cómo'), pueden mejorar la práctica deportiva, siempre desde la visión de un entrenamiento funcional orientado al deporte.

Sin salud no puede haber rendimiento!
______

Referencias:

(1) Torbjørn Soligard, et al. 2016. How much is too much? (Part 1) International Olympic Committee consensus statement on load in sport and risk of injury. https://bjsm.bmj.com/content/50/17/1030

(2) Martin Schwellnus, et al. Br J Sports Med. 2016. How much is too much? (Part 2) International Olympic Committee consensus statement on load in sport and risk of illness. https://bjsm.bmj.com/content/50/17/1043

(3) Windt J, et al. BMJ Open. 2018. Getting the most out of intensive longitudinal data: a methodological review of workload–injury studies. https://bmjopen.bmj.com/content/8/10/e022626

(4) Carl Foster, Jose A. Rodriguez-Marroyo, and Jos J. de Koning. Int J Sports Physiol Performance (IJSPP). 2017. Monitoring Training Loads: The Past, the Present, and the Future. https://journals.humankinetics.com/doi/pdf/10.1123/IJSPP.2016-0388

(5) Gabbett TJ, et al. Br J Sports Med. 2017. The athlete monitoring cycle: a practical guide to interpreting and applying training monitoring data. http://bjsm.bmj.com/content/early/2017/06/22/bjsports-2016-097298

(6) Llana Belloch, S.; Pérez Soriano, P. y Lledó Figueres, E. (2010). La epidemiología del fútbol: una revisión sistemática. RIMCAFD vol. 10 (37) pp. 22-40. http://cdeporte.rediris.es/revista/revista37/artfutbol130.htm 

(7) Alejandro López-Valenciano, et al. Br J Sports Med. 2019. Epidemiology of injuries in professional football: a systematic review and meta-analysis. https://bjsm.bmj.com/content/early/2019/06/06/bjsports-2018-099577

(8) Azahara Fort Vanmeerhaeghe, Daniel Romero Rodríguez. Apunts: Medicina de lésports. 2013. Análisis de los factores de riesgo neuromusculares de las lesiones deportivas. https://www.apunts.org/en-analisis-los-factores-riesgo-neuromusculares-articulo-X0213371713445417

(9) Tim J. Gabbett. British Journal Sports Medicine, 2018. Debunking the myths about training load, injury and performance: empirical evidence, hot topics and recommendations for practitioners. https://bjsm.bmj.com/content/early/2018/10/26/bjsports-2018-099784

(10) Tim J. Gabbett, et al. Br J Sport Med. 2018. In pursuit of the ‘Unbreakable’ Athlete: what is the role of moderating factors and circular causation? https://bjsm.bmj.com/content/early/2018/11/13/bjsports-2018-099995

(11) Christian Klein, Thomas Henke and Petra Platen. German Journal of Exercise and Sport Research. 2018. Injuries in football (soccer)—a systematic review of epidemiology and aetiological aspects. https://link.springer.com/article/10.1007/s12662-018-0530-3 

(12) Jeppe Bo Lauersen, et al. Br J Sports Med. 2014. The effectiveness of exercise interventions to prevent sports injuries: a systematic review and meta-analysis of randomised controlled trials. https://bjsm.bmj.com/content/48/11/871.info 

(13) Moras G, et al. J Sci Med Sport. 2018. Entropy measures detect increased movement variability in resistance training when elite rugby players use the ball. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/m/pubmed/29804653/

(14) Jon Radcliffe, Paul Comfort, Tom Fawcett. J Strength Cond Res. 2018 Oct;32(10):2853-2862. The Perceived Psychological Responsibilities of a Strength and Conditioning Coach. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/27669186

(15) Kevin Till, et al. Strength and Conditioning Journal. 41(1): 14-26.2019. A framework for decision-making within strength and conditioning coaching. https://journals.lww.com/nsca-scj/Citation/2019/02000/A_Framework_for_Decision_Making_Within_Strength.2.aspx 

No hay comentarios:

Publicar un comentario