Cuando se habla de entrenar, lo importante es entrenar bien, y eso implica muchas cosas. En mi opinión, el mal entrenamiento no existe, se le llamará de otra forma, pero no entrenamiento. Por supuesto que los ejercicios “correctivos” son importantes, pero basar un programa de entrenamiento en ello, es motivar en el error. Además, mucho más importante es, no solo lo que se diga, la comunicación entrenador-entrenado, sino el cómo se diga. No se puede tratar a una persona como alguien frágil, pues seguirá siendo frágil. Hay que tratarla como lo que es, un ser humano, y, especialmente, como lo que puede llegar a ser, un ser humano en plenas condiciones psico-físicas, autónoma y capaz.
Un buen entrenador sabe cómo hacer que una persona —cualquier persona— sea cada vez más fuerte, mientras mantiene las lesiones a raya. Citando a C. Liebenson: “un entrenador debe intentar conseguir que su cliente consiga hacer lo más difícil que sea capaz de hacer de una forma correcta. La falta de ejercicio, o el ejercicio en un constante estado de confort, hará que el individuo siga siendo frágil y no consiga olvidarse del dolor”.
Es muy importante, es clave, la pedagogía del profesional ante personas con dolor crónico. Como profesionales del ejercicio físico y la salud, debemos trabajar la actitud, debemos cuidar nuestro vocabulario y nuestro lenguaje no verbal. Debemos entrenar la escucha activa, la empatía, y también la asertividad; observar patrones de movimiento defectuosos y trabajar en pro de la calidad de los movimientos. Debemos ayudar a que la persona reduzca sus miedos, la evidencia creíble de peligro, y que gane en confianza, aumentando la evidencia creíble de seguridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario