lunes, 12 de septiembre de 2016

“La incredibilidad no es un argumento válido contra la verdad”.

Varias son las entrevistas realizadas en este primer trimestre del año, algunas de las cuales se han podido materializar en entrenamientos personales, otras en planificaciones con programas de entrenamiento, concretando sesiones supervisadas, y otras, simplemente, procuraban un asesoramiento formal.

Como en alguna ocasión ya he hecho, seguiré compartiendo un resumen de algunos de los casos que se presentan –considero que la inversión de tiempo en escribir y compartir este tipo de sinopsis merecen la pena, cuando hay cientos de personas con unos condicionantes similares a los expuestos y que puedan sentirse identificadas–.

Diversos son los temas tratados, algunos versan sobre objetivos tales como bajar de peso y grasa corporal, ganar masa muscular, reeducación postural…; otros refieren dolor de espalda, así como trastornos músculo-esqueléticos dispares: supeditados, todos ellos, a factores de diversa índole (trabajo, deporte, actividades domésticas…); especial consideración a trastornos y lesiones músculo esqueléticas de carácter deportivo, fundamentalmente de naturaleza indirecta, es decir, esguinces, rotura de fibras, ligamento cruzado, meniscos, manguito rotadores… y alguna post-traumática.

Todas presentan, en mayor o menor medida, dos coeficientes comunes que abarcan todas las franjas de edad y condición física:

- Por un lado, la falta de un adecuado trabajo muscular o el que se realiza, especialmente el referido a la complementariedad de las actividades deportivas, se presenta incorrecto, favoreciendo, en la mayoría de los casos, la descompensación inherente a dichas ocupaciones lúdico-deportivas; que decir cabe, que en no pocas situaciones, la planificación, periodización y/o programación de los entrenamientos, obedecen a criterios que en poco o nada se corresponden con lo fisiológicamente evidenciado y, por ende, pendientes de una revisión, análisis y reflexión por parte de los entrenadores y responsables, cuyo objetivo sea la selección más eficiente de los métodos usados, en pro de una mejora coherente, progresiva y significativa de los receptores de dichas estrategias.
 
-Y de otro –presentándose una relación directa al respecto–, una falta de los nutrimentos adecuados (prótidos, lípidos, glúcidos, agua…), correspondiéndose a una incorrecta elección de los alimentos ingeridos para abastecerse de dichas moléculas, lo que redundará, inexorablemente, en detrimento de la salud y, por extensión, del rendimiento deportivo, laboral y personal.

Todos conocemos casos de personas/deportistas que poseen unas condiciones innatas –suelen tener una genética predispuesta– que pese a todas las incongruencias asumibles, marcarán buenos tiempos, levantarán grandes pesos, saltarán muy alto y muy lejos, ganarán medallas, desarrollarán un físico hercúleo, e incluso se verán como el alter ego de Adonis o Afrodita, y, posiblemente, serán campeones de aquello que se propongan; pero el resto de los mortales debemos hilar muy fino, o cuanto menos, ceñirse a estrategias validadas, elaboradas por profesionales, o, simplemente, escuchar y dejarse asesorar convenientemente. Para todo lo demás: cualquier cosa vale?

Seguimos trabajando…

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