martes, 19 de junio de 2018

«Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo»

A veces me llaman o viene gente al gimnasio preguntándome por el entrenamiento personal; me cuentan sus inquietudes y objetivos. Yo profundizo un poco más y les pregunto por analíticas, lesiones, alteraciones o patologías de algún tipo. Indago en su estilo de vida, hábitos, gustos y preferencias, experiencia previa con el ejercicio físico, etc. Algunas me hablan de sus problemas de salud y enfermedades, de alteraciones anatómicas y funcionales, de contracturas, ligamentos, tendinitis, dolores de espalda, suelo pélvico; de alteraciones metabólicas y hormonales: hipotiroidismo, diabetes, ovario poliquístico, hipertensión, etc. Otras “simplemente” quieren bajar de peso, o aumentar volumen muscular, mejorar su composición corporal, verse bien, en definitiva.

Muchas ya saben a lo que vienen, o porque tienen referencias positivas sobre mi persona, o porque me ven trabajar en el gimnasio, o porque se han informado viendo mi currículum, o me siguen por las redes sociales, en el blog, y demás, o porque vienen directamente derivadas o recomendadas por algún profesional médico, algún fisio, algún nutricionista, etc.

En algunos casos, aunque por suerte son pocas las veces que sucede, no salgo de mi asombro en la sorpresa que manifiestan en expresiones tales como ¡Eso que dices nunca lo había escuchado!, ¡Pues a mi el médico jamás me dijo nada de eso!, etc. Haciendo que esas exclamaciones se tornen de desconfianza hacia mí y a lo que estoy diciendo, pues choca de facto con sus creencias o lo que han leído o escuchado sobre un tema determinado. Por eso, en esos casos, posteriormente a la consulta o entrevista inicial, les suelo enviar algún artículo científico, para tratar de esclarecer algunas de las cuestiones que no se pueden dirimir en una hora que dura ese primer contacto, y que saquen sus propias conclusiones. Incluso les manifiesto mi predisposición a hablar con su médico, fisio, etc.

Y me da la sensación, en pocos casos, pero suficientes para hacer reflexionar sobre ello, que parece preferirse la mentira, pensando que es verdad, o al menos, reconfortante, o lo que se quiere oír, a lo que realmente es, las verdades incómodas.
Parece haber gente a la que le asusta la palabra ciencia, incluso produciéndole rechazo, curiosamente, y eso me preocupa.

No digo ninguna verdad al asegurar que puedo demostrar con ciencia y experiencia casi todo lo que digo. Y lo digo, porque para casi todo hay evidencia, pero el nivel de la misma, la rigurosidad, la aplicación práctica, eso es con guitarra, y eso requiere pasión por el estudio, por el conocimiento, aunque a veces cueste profundizar en temas bioquímicos, de fisiología, etc., y haya que dejar otras aficiones de lado, volcándose en forjarse y formarse un criterio más riguroso y nutritivo. Algo que no solo dan los títulos, las carreras, los grados, los cursos, etc.

No hay mucho que añadir a los hechos, siempre y cuando tengan el mínimo sesgo posible, siempre y cuando no estén tergiversados o fuera de contexto.

No tratemos de imponer nuestro criterio ad hominem; como profesionales, o no, solo podemos informar a los demás de que hay mejores maneras de hacer las cosas, sin imponer nada; datos y experiencia práctica hay que lo demuestra.
Cómo era el eslogan? «Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo».
Pues eso, uno solo puede seguir haciendo su trabajo lo mejor que sepa. Aportando en su limitada parcela de trabajo, que no es poco.

Seguimos trabajando...

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