viernes, 29 de diciembre de 2017

Casos Entrenador Personal: Readaptación LCA y Menisco

Cómo justificar mi trabajo? Con resultados eficientes...

Quisiera exponer la memoria de un caso de readaptación de LCA (Ligamento Cruzado Anterior) y menisco externo de la articulación de la rodilla de la pierna derecha con el que llevo algo más de 6 meses y del que me siento muy orgulloso. Pero, quiero precisar aún más: Esta persona, varón de 41 años, 91 kg de peso, 181 cm de altura y 97 de cintura, con un trabajo exigente, donde tiene que mover grandes pesos con formas poco ergonómicas, y de manera repetitiva, a lo largo de una jornada laboral, sufrió una lesión de rodilla —rotura del ligamento cruzado anterior y de parte del menisco externo—, mientras disputaba un partido de fútbol de la liga local de veteranos, hace tres años. El lance se produjo cuando estaba salvando un balón evitando que saliese de banda, y la pierna se le quedó trabada en el gesto, originada por un movimiento de flexión/rotación de la rodilla. Además, presentaba molestias en la espalda cervical, con “tortículis” recurrentes, y en zona dorsal.

Inmediatamente a la lesión, se puso en manos de los servicios médicos, sanidad pública en un primer momento, pero por una serie de circunstancias personales que no vienen al caso y no son de interés para lo que nos ocupa, enseguida se puso en contacto con un traumatólogo con consulta en un centro privado, de reconocido prestigio nacional y experiencia en el abordaje quirúrgico de este tipo de lesiones deportivas —por motivos de confidencialidad obviaré estos datos—.

Después de realizada la cirugía, con éxito, donde, además, se le realizó una meniscectomía parcial debido a un fragmento desprendido del menisco lateral, y siguiendo con el protocolo post-quirúrgico —el pre-operatorio fue inexistente—, inició la rehabilitación de fisioterapia, apoyándose en el seguro médico de carácter privado que tenía contratado desde hacía unos años. Al cabo de unas semanas volvió a citarse con el cirujano para hacer una revisión: todo en orden!

Prosiguió con el tratamiento fisioterapéutico, y una vez concluidas las sesiones dadas, al cabo de un tiempo prudencial, comenzó a correr, a tocar balón, a saltar, se apuntó a un gimnasio, y demás. Poco a poco fue retomando los partidos del fin de semana de la liga local, pero algo no iba bien: notaba una incongruencia en la rodilla, acompañada de un dolor sordo hacia lateral, continuo…, incluso cuando estaba sentado, al cruzar las piernas, y volver a la posición inicial, descruzándolas, sentía la articulación como bloqueada, congelada, rígida… No llegaba a ser incapacitante, y en los partidos, una vez calentaba, desaparecían las molestias, con lo que siguió jugando.

Cansado de esta circunstancia, al cabo de unos meses, volvió a citarse con el trauma: este lo revaluó, y mediante un diagnóstico diferencial se concluyó un “pinzamiento” en el menisco externo de esa misma rodilla, un quiste en ecografía y un posible “desgaste” afín —en palabras del paciente—. El especialista le diseñó unas plantillas para modificar el apoyo en el suelo. Le recomendó “realizar un periodo de adaptación, unos días para acostumbrarse a la plantilla. El objetivo era modificar la pisada para que, en teoría, las piernas se dirigiesen ligeramente hacia varo, liberando espacio en el lateral de la rodilla” —cito textualmente la información que me facilitó—. Con el paso de las semanas parecía mejorar la sintomatología localizada…

Si bien, al cabo de un tiempo, al día siguiente de los partidos, ya al levantarse por la mañana, sentía una inestabilidad en el pie, con dolor en la zona del empeine del pie derecho. Algo que le acompañaba durante casi toda la semana pero en intensidad decreciente al paso de los días. A los partidos siguientes, calentaba y este dolor también desaparecía, pero al día siguiente y durante toda la semana, nuevamente, se repetía la misma secuencia. Para más inri, nuevamente aparecieron las molestias en la rodilla, sumado a las recurrentes distonías cervicales y dorsales mencionadas al principio del presente texto.

Él mismo, por deducción, se apuntó a un gimnasio de su zona de residencia, para tratar de “fortalecer las rodillas”, y de paso, ponerse en forma, bajar de peso, etc. Así lo hizo! En dicho centro le diseñaron una serie de programas —pude ver los programas y analizarlos debidamente, pero no voy a hacer ningún comentario al respecto que luego me tildan de andar criticando a compañeros—. Solo decir una cosa: el respeto por el trabajo de los demás no es callarse y mirar para otro lado cuando algo se está haciendo mal y perjudicando a un usuario/cliente/paciente. Personalmente, siempre agradezco las críticas hacia mi persona —además de la tan necesaria autocrítica—. Desde la educación y el respeto, como personas, un profesional deberá convertirlas en críticas útiles para seguir mejorando en su saber hacer.

Pero dispuesta esta breve cavilación, dejaré los exordios y continuaré con lo fulcral.

Me comentó que en dicho gimnasio, y con los programas, la mayor parte de las veces que iba, terminaba exhausto —a nivel muscular—, con agujetas de cierto nivel los dos o tres días posteriores. Tanto en las piernas, como en el pecho, brazos, etc. Sí, los programas eran de distribución dividida por grupos musculares. Pero, no puedo evitar hacer un pequeño comentario: en mi opinión, el problema en un deportista de este nivel, no es tanto que un programa obedezca al típico “pecho-tríceps el lunes”. El verdadero error está en la carga de trabajo —era desorbitada—, en el control de la dosis de ejercicio, pues esta era inexistente, como lo era la preparación específica para los partidos del deporte en cuestión. Sabiendo esto, todo lo demás caería por su propio peso.

Y aquí nos encontramos. Hace 7 meses se puso en contacto conmigo. Hicimos la entrevista inicial donde en algo más de una hora le escuché con calma y atención, y en la que pude darle mi opinión al respecto de lo que me estaba contando y hacerle ver mi forma de trabajar. Pronto conectamos, con lo que el acuerdo fue inmediato.
El siguiente paso era doble, por un lado hacer un estudio antropométrico, básico en un primero momento, en este caso, lo que nos daría un punto de referencia para los posteriores controles (imágenes 1 y 2), y por otro la valoración funcional —la cual detallaré en los siguientes párrafos—, y así llevar un seguimiento de todo el proceso.

En lo tocante a la posible relación entre la recuperación y la cineantropometría, subrayar la diferencia, significativa, entre los miembros inferiores con menor desarrollo en la pierna derecha, la lesionada (imágen 3).
Ya en el gimnasio, realizamos una valoración funcional básica: quería conocer cómo caminaba, cómo respiraba, qué grado de flexibilidad tenía y cómo ejecutaba ciertos movimientos básicos. Claramente, además de la diferencia en el perímetro de ambos muslos vista en la valoración antropométrica, pude observar una pisada rectificada, mucho más pronunciada al correr (hicimos grabación con cámara lenta para el posterior análisis); isquiosurales, posiblemente —aunque evidentemente— acortados, además de una inclinación anterior muy acentuada al realizar una triple flexión, en sentadilla; anteriorización del hombro y rango articular limitado, ya observado en circunducciones de brazos, con una serie de movimientos compensatorios no muy agradables a la vista, como una simultánea hiperlordosis lumbar al ejercutarlas, asimismo lo confirmamos con unas cuantas repeticiones de sentadilla overheat (brazos por encima de la cabeza). También hicimos un test básico para los pelvitrocantéreos, dando positivo, con clara diferencia contralateral.
Todo esto nos llevó algo más de cuarenta minutos. Quizás podría haber dedicado menos tiempo y haberme centrado solo en lo presumiblemente atribuible a la rodilla, verdad? Pues no, es imprescindible invertir el tiempo necesario en la evaluación inicial y que esta sea continua, cómo sino podremos saber qué tipo de programa desarrollar en las próximas semanas?
Otros veinte minutos se lo dedicamos a hacer un cuestionario de alimentación, sin juzgar, solo escuchando y anotando. A la postre marcaría nuestra ruta de navegación en el abordaje nutricional (imágen 4).

Ya metidos en faena, en la segunda sesión, y dentro de una primera fase —o segunda según como se mire—, pude implementarle un programa (imágenes 5a, 5b, 5c, 5d, 5e, 5f, 5g y 5h) dentro de un mesociclo de acondicionamiento psico-físico —sí, psico, digo bien—, y neuromuscular —sí, neuro, también es correcto—. Y los dos términos son redundantes, pues no se entienden separados del contexto de entrenamiento no sé si me explico…

En lo tocante a la alimentación, nunca había hecho dieta, con lo que bastarían una serie de pautas “saludables” para ir metiéndolo en vereda, antes de ponernos a seguir un plan de alimentación acorde a lo demandado (imágen 4).

Quise empezar de cero con él, para hacer las cosas bien desde el principio, así que le pedí paciencia y ocho meses.

Según disponibilidad, comenzamos con una frecuencia semanal de tres días, y en los primeros dos meses nada de correr. El ejercicio cardiorrespiratorio (imágen 6) lo limitamos a bicicleta estática con modificación de los reglajes hacia un ángulo más cerrado en la flexión de rodilla en el pedaleo, aumentando volumen e intensidad según tolerancia, haciendo lo propio con la marcha y con bicicleta elíptica, cuando correspondiese. La parte general consistiría en un trabajo en distribución global (cuerpo completo) y progresión horizontal (por series), con modificaciones cada tres o cinco semanas, en intensidad y volumen (imágen 7) crecientes.
Paralelamente a la recuperación (movimientos con baja carga, control motor, isométricos, etc.), el objetivo, en una primera fase, sería un acondicionamiento físico general, primando el entrenamiento de fuerza en el gimnasio, y la mejora de la composición corporal, hasta la inclusión de una fase específica para el deporte en cuestión.
La parte específica comenzaría con ejercicios descalzo, de marcha, posturales, isométricos, con baja carga, multiplanares, con atención en la rodilla, cadera y tobillo, como parte del calentamiento en la mayoría de las unidades de entrenamiento. Siempre escuchando al cuerpo y realizando este bloque con facilidad y sin dolor.

Para los detractores de la máquina de “leg extension”, aducir que después de esa pequeña introducción, pasamos a realizarlo —junto con movimientos básicos de cadena cinética cerrada—, si bien usando rangos de 90º-45º de flexión y extensión, respectivamente, evitando los últimos grados de extensión, y sin superar el ángulo recto de flexión en movimientos de CCC. Esta máquina, así como su homónima para el “leg curl”, nos acompañaría gran parte del período de readaptación, insistiendo en el control de la carga de trabajo, a groso modo, pues a día de hoy podemos acercarnos pero no saberlo a ciencia cierta…
Hicimos uso de todo el material pertinente del propio gimnasio: prensas, máquina guiada tipo multipower, hack, rack de sentadillas, barras, mancuernas, elásticos, cuerdas, etc. Siempre adaptándolas según lo precisáramos.

En una segunda fase, a las ocho semanas, aproximadamente, e incluso de manera paralela a la anterior, pasamos a una distribución dividida, para poder incrementar mucho más el volumen de trabajo y la intensidad, con una orientación más estructural. Incluimos algún ejercicio unipodal más, e iniciamos carrera continua, con ejercicios de técnica de carrera básicos. Asimismo, a las pocas semanas, fuimos añadiendo ejercicios sobre plataformas inestables, de coordinación y de tiempo de reacción, entre otros. Esta fase duraría otras ocho semanas, aproximadamente.

Por último, derivamos hacia trabajos de fuerza máxima y fuerza explosiva, cobrando un cáliz mucho más específico, puesto que él quería jugar al fútbol. Podríamos decir que ya estaba casi completamente recuperado, con muy buenas sensaciones, al menos sin molestias, con menor porcentaje de tejido adiposo, 12 kg menos de peso, 15 cm menos de circunferencia de cintura, con un buen tono muscular y ganancias importantes de fuerza, adaptando mejores hábitos alimenticios con la consecuente mejora en el perfil nutricional. Pero competir en fútbol, aunque sea a nivel local, demanda otras cualidades más complejas que las de la vida diaria.

Así, nos orientamos a una fase más específica para tal fin, introduciendo circuitos de agilidad, en zigzag, con cambios de dirección, con multisaltos, ejercicios de coordinación con balón, etc. Programamos la carrera, intercalando series intensivas más cortas un día, con otro día extensivo y otro mixto, con protocolos tipo fartlek.
Fuimos evolucionando los multisaltos hasta realizar pliométricos de mayor dificultad e intensidad: segundos de triple, desde cajón arriba, cajón adelante, pasar vallas, y muchos más.
Con esto, las molestias en el empeine del pie volvieron a surgir. Él estaba de vuelta de fisioterapeutas pero, aún así, le insistí para que conociese a uno que yo consideraba muy competente. Y así fue, después de la cita, enseguida nos pusimos en comunicación y él me adujo ciertas circunstancias de interés —algunas ya las conocíamos, otras me dieron mucha información para reorientar el entrenamiento—:

  • Tibia pierna derecha más larga.
  • Dismetría en la alineación de las ramas púbicas.
  • Restricción de la movilidad tibio-tarsiana.
  • Bloqueo tibio-astragalino.
  • Varo de protección, posiblemente causado por la plantilla con tendencia supinadora.
  • Y desequilibrios estabilométricos (medición en plataforma).


La recomendaciones del fisio fueron:
    1. Disminuir el volumen de carrera.

    2. Reducir los impactos de los multisaltos, y la cantidad de los mismos.

    3. Trabajar más la propiocepción, de manera unilateral, con ojos cerrados, sobre bosu, etc.

    4. Seguir con el trabajo de corrección postural y con los movimientos de gesto deportivo.

    5. Realizar una batería de test para confirmar la vuelta a los partidos.

    6. Posponer partido de fútbol.


Así lo hicimos. Rediseñé el programa bajo estas premisas, y lo que yo consideraba por lo visto hasta ahora, y en un par de semanas las molestias habían remitido en su totalidad. A la semana siguiente dedicamos dos sesiones para realizar lo del apartado 5), los test dinámicos. Fue a partir de este momento, en el que valoramos la posibilidad de disputar el primer partido de futbol. Todos los test realizados me parecían razonablemente adecuados y las diferencias musculares se habían equilibrado. Marcamos una fecha concreta y volví a rediseñar el programa para realizar una especie de tapering (imágen 7) y llegar en las mejores condiciones, en vistas a ese primer partido de competición.
Antes del mismo, una de las premisas era que realizase un buen calentamiento, tal y como lo habíamos hecho las últimas semanas, y que no jugase más de 15´ cada parte, y que fuese con las articulaciones bien tapadas, debido al frío de esta época del año.

Así que jugó el partido. Las sensaciones fueron fabulosas, ninguna molestia. Incluso marcó un gol —siendo defensa—.
Desde entonces hasta el día de hoy, salvo un día que sentía las piernas muy cargadas por haber disputado un partido bajo lluvia y en campo de tierra, todo ha ido a pedir de boca.

Ahora hemos reducido los entrenamientos en gimnasio a dos días/semana —también obligados por motivos laborales—, otros dos días dedicados al entrenamiento de carrera, con ejercicios de técnica, y en uno de ellos, el más alejado del partido, con trabajo de multisaltos y plometría.

Me hubiese gustado presenciar un día de entrenamiento de futbol pero, al parecer, en este tipo de ligas locales, de veteranos, no suelen hacer entrenamientos semanales, solo se juntan para jugar el fin de semana.

En mi opinión aún le quedan otros dos o tres meses más para poder rendir mejor, pero las prisas y presión —autoimpuesta por él mismo— por jugar eran cada vez más incontrolables. Aunque de momento todo Ok! Con buenas sensaciones y orgulloso del trabajo realizado.

Expuesta la memoria de este caso, y abierto a todo tipo de cuestiones que pudieran surgir, pregunto:
    - ¿Cuántas personas conoces que estén en esta situación? Puede que tú mismo, verdad?

    - ¿Cuántos equipos de fútbol —y de cualquier otro deporte— tienen en cuenta todo lo expuesto?

    - ¿Por qué nadie conoce las fases a seguir antes y después de una operación de este tipo? Y, si las conocen, por qué no se aplican como hay que hacerlo?

    - ¿Quiénes hacen una valoración inicial exhaustiva, tanto postural, estática, como dinámica, donde poder identificar y dejar reflejados por escrito los eslabones débiles y convertirlos en fortalezas dentro de un proceso de entrenamiento?

    - ¿Cuántos cuentan con Entrenadores Personales con formación y experiencia en el entrenamiento de Fuerza y Acondicionamiento Físico, entre su staff técnico?

    - ¿Podemos evitar las lesiones? O “solo” podemos intervenir sobre los aspectos controlables y modificables de las mismas? Es cuestión de suerte, de mala suerte?

    - A nivel aficionado, merece la pena todo esto? Merece la pena seguir jugando al futbol cuando tu vida familiar, personal y laboral están en juego? Bueno, no seré yo quien le ponga puertas al campo, pero lo que está claro es que así no se puede seguir…

Dicen que las lesiones son una oportunidad: una oportunidad de mejorar, de valorar lo importante. Estoy de acuerdo. Pero también lo son para decidir qué cosas se pueden hacer de mayor provecho. El mío es ayudar a los demás, aportarles algo significativo, y conseguir resultados.

Seguimos trabajando…

P.S.: Debemos ser conscientes de que cada lesión es unipersonal e intransferible, pues así lo son las características inherentes y adquiridas de la persona. Asimismo, una lesión es multifactorial. Y como no suele haber dos lesiones iguales, tampoco los programas de recuperación lo serán, o sí, pero estos no tienen porque funcionar para todos, o no en la misma intensidad, aunque haya variables similares. Además, conviene mencionar la importancia de la alimentación y la recuperación: estas son las otras columnas sobre las que se sustenta el rendimiento de cualquier persona, y más si cabe de un deportista.

Por ello, esta que acabo de presentar es solo una propuesta más, basada, como no, en la literatura científica y en la experiencia significativa, y adaptada a esa persona en particular.

ADENDA: Reiteradamente se pueden ver en los campos de fútbol lesiones muy graves y por desgracia ya en edades muy tempranas. Y seguidamente se siguen los mismos protocolos, estériles en algunos casos e insuficientes en muchos otros, para la rehabilitación y consiguiente readaptación, si es que existe —puesto que se suelen saltar los pasos al respecto—. Y creedme que muchas de esas lesiones "indirectas" se podrían haber evitado, o en su caso disminuido su intensidad y casuística, si las cosas se hiciesen adecuadamente. Pero pareciera que se sigue mirando para otro lado sin querer aceptar la realidad de esta situación. Se puede hacer tanto con tan poco…

















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viernes, 22 de diciembre de 2017

"Un gigante muy despierto"

   Llevo unos 12 años trabajando en el gimnasio, y hace poco más de tres que me dedico casi en exclusiva al entrenamiento personal, mayoritariamente a la readaptación de lesiones, y especialmente con personas aquejadas de dolor de espalda, que además suelen presentar hernias, protusiones, espondilolistesis, y otras, aunque no tengan porque estar relacionados. He revisado cientos de estudios sobre esta y otras temáticas. Me apoyo constantemente en otros compañeros, profesores, fisioterapeutas, médicos, investigadores y demás. Lo que he visto en cada caso, con un trabajo más cercano como el que se puede llevar a cabo con el entrenamiento personal, otorgándome la experiencia, significativa, adquirida todos estos años —que espero y deseo que sean mínimo otros tantos—, va redundando en varias conclusiones que quisiera compartir con cuantas más personas mejor:

1. Después de la entrevista inicial y revisión de la historia clínica, resulta obligatorio hacer una Valoración Funcional de inicio —y continuada en el tiempo—, cómo sino podremos ni tan siquiera intuir qué sucede?

2. Habrá que analizar detenidamente cada caso particular, pero no cabe duda de que se puede y se debe coger peso —muy al contrario de lo que se suele oír por algunos lares—. Se puede y se debe vivir. Pero para ello es necesario salir de tu zona de confort, de lo que te han contado. Revisar tus creencias, los mitos, lo que se ha hecho toda la vida, lo que se da por sabido. Hay soluciones reales que jamás habrías pensado que funcionarían. Son tan obvias que se obvian por su obviedad.

3. Identifica posibles desequilibrios, puntos débiles, integra estiramientos estáticos y dinámicos. Ejecuta ejercicios en todos los planos y ejes del movimiento corporal, en rangos seguros, sin dolor, adaptados a la persona que tenemos delante. ¿Qué puedes hacer sin dolor? Pues desde ahí vamos a trabajar… Te duele? Bueno, pero lo toleras? Pues desde ahí seguimos trabajando… “Lo más difícil que se pueda hacer con facilidad”.

4. No trates la lesión. No trates a la persona. Trata con ella. Escúchala! Incluye el aspecto biopsicosocial en el programa, en la comunicación. Pregúntale por su entorno. Observa!

5. Mide muy bien lo qué dices y cómo lo dices. No refuerces las creencias negativas. No alimentes el miedo. Usa un lenguaje positivo, sin condescendencias. Educa en el “No Dolor”. Insiste en explicar de manera sencilla qué sucede? —Explain the Pain, Revolution—. Ayuda a que la persona lo vaya interiorizando. Lo qué se dice es importante, pero lo qué piensa la persona lo es mucho más —eres lo que piensas—. Eres lo que crees, piénsalo!

6. “Trata a una persona tal y como es —o por lo que es en un momento determinado— y seguirá siendo lo que es, trátala como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser”.

7. Cada persona, es mucho más que un conjunto de células, que una apariencia, que un patrimonio. Cada uno de nosotros, en su fuero interno, seguro está librando una batalla que resulta imperativo y necesario respetar. Cada ser es un alma, un conjunto de emociones; todos tenemos un pasado, unos valores y una educación únicos e intransferibles. Nos servimos de una conexión mente y cuerpo ávido de nutrirse de nuevas experiencias que bañen nuestra historia pero, que sin duda, las decisiones tomadas, estarán influenciadas por nuestras experiencias pasadas. Tratemos a cada persona con la humildad, respeto y seriedad que se merecen.

8. Medir, medir, medir… Escuchar, escuchar, escuchar… Estudiar, estudiar, estudiar… Aplicar, aplicar, aplicar… Pensar, pensar, pensar…

9. Que hay que ser insistente, a veces pesado, e informar adecuadamente, divulgando en el medio que sea, alcanzar a cuanta más gente mejor. Hacerles ver a qué me dedico, qué hago, cómo lo hago, qué resultados pueden conseguir? Y también que uno no puede alcanzar a todo y que hay compañeros mucho más preparados en otras cuestiones. Aunque si no sé la respuesta de algo que pueda ser de mi interés, la buscaré encarecidamente.

 - Puedo presumir de algo, bueno, yo no, la gente a la que ayudo a entrenar: de 20 personas que han iniciado un programa de entrenamiento conmigo, en el tiempo que hemos estado entrenando —algunos 6 meses, otros 3, como mínimo, otros 12, y unos pocos, más de 18 meses—, solo 1 de cada 20 personas han tenido una recaída en sus problemas de espalda, el cual hemos solventado en las dos o tres semanas siguientes. Una de cada 20! Eso es el 5% si las matemáticas no me fallan. Y aunque me fallasen los números, pues nunca fui muy ducho en estadística, al tener todo anotado, todos los diarios de seguimiento, las anotaciones en los programas, el control de las cargas, las sensaciones, lo objetivo y lo subjetivo…, no hay margen para la equivocación.

 - Que las personas de más de 6 meses, más o menos, han comenzado a realizar las sesiones de manera autónoma, sin mi supervisión diaria, pactando sesiones o semanas de control, lo que ha redundado en un ratio coste/beneficio más eficiente, con todo lo que ello supone no solo a nivel personal, sino a nivel familiar, sanitario, social, etc.

 - En la mayoría de los casos, digamos el 95%, no hemos acudido a las tracciones osteopáticas, ni a colgarse boca abajo, ni al Pilates, ni a métodos hipopresivos con o sin apneas, ni natación, ni masaje, ni perdido el tiempo con un montón de ejercicios de moda, remedios, y otras hierbas. No quiero decir que estas terapias o herramientas no tengan su cabida y que se puedan usar en un momento determinado, pero esto es lo que es, y la verdad no se inventa, solo se inventa la mentira…

 - Sí hemos entrenado, respirado, estirado, progresando en la dificultad de los movimientos, en el volumen, en la intensidad. Perfilando la calidad en la ejecución de movimientos básicos, desde tareas cinestésicas con poca carga, de control motor, posturales, hasta integrarlos en tareas más complejas, o no. A lo mejor con quedarse con lo básico fue suficiente.

   Puede que aún no haya protocolos irrefutables para combatir el dolor de espalda en sus distintas versiones, puede que nunca los haya. Puede que aún no podamos asegurar que una intervención es mejor que otra —aunque yo, en mi pequeña parcela, tengo muy claro que sí hay unas mejores que otras, y que muchas habría que desechar de facto—. Hay literatura muy buena en este campo, derivada de investigadores de la rama de la Neurología, de Fisioterapeutas, de Licenciados en Ciencias de la Actividad Física, de médicos, etc., que así lo corroboran —véase el excelso trabajo de documentación por parte de la Fundación Kovacs, aquí en España—.

Hace unos días pude leer unas palabras de un insigne neurocientífico en el que decía que “la fisioterapia es el gigante dormido en el tratamiento del dolor”. Bien, podemos estar de acuerdo o no pero, y si a hombros de ese gigante se encaramase otro coloso ancestral que está saliendo del ostracismo embriagado al que fue relegado no se sabe muy bien por qué?

Hoy en día, en mi opinión, la profesión con más potencial, con más proyección de futuro —y presente—, con más armas y herramientas para disponer, y con más competencias de actuación —aunque algunas aún no estén reconocidas por las instituciones competentes—, es la ligada a las Ciencias del Ejercicio Físico y la Salud, a la preparación física, a la readaptación. Siempre apoyada en las demás profesiones sanitarias, por supuesto.

Y si hubiese un gigante muy despierto denominado Entrenamiento Neuromuscular?

Y si pudiéramos entre todos construir una colla castellera y unir fuerzas en beneficio de la población?

Para reflexionar…

jueves, 9 de noviembre de 2017

Tu cuerpo es tu gimnasio

Casos Entrenamiento Personal (esguince de tobillo):

En un gimnasio puedes ver hierros en forma de barras, discos, mancuernas, manerales, también poleas, palancas, cintas andadoras, bicicletas..., y sacos, elásticos, cuerdas, picas de madera, balones medicinales, pelotas de gimnasia..., duchas, sauna, biblioteca... La RAE lo define como "un establecimiento donde practicar gimnasia, pero también como un lugar destinado a la enseñanza pública". Los profesionales del ejercicio, ayudamos en la preparación psico-física de opositores, en la recuperación de lesiones, ayudamos a mejorar la composición corporal de clientes de todo tipo —y la función neuromuscular—, de atletas, futbolistas, jugadores de baloncesto, también de amas de casa, administrativos, empresarios, funcionarios, culturistas… En mi opinión, todas los objetivos tienen la misma importancia, a veces, incluso, solapándose. Y habrá que tratar a las personas con el respeto que merecen, a cada uno de manera individual.

Hace años, al menos que dieras con un profesional del ejercicio físico meramente competente, en caso de sufrir un esguince grado 2 del ligamento lateral externo del tobillo, una persona que acudiese al médico enseguida se le aplicaría un vendaje comprensivo 
—o escayola en según qué casos—, se le recomendaría reposo absoluto, con la pierna elevada cuanto más tiempo mejor, con los cubitos de hielo al lado, y las muletas por si tiene que ir al baño, y además atiborrada a analgésicos y antiinflamatorios. Por suerte, en la actualidad está evidenciada la mayor efectividad del protocolo POLICE (Protection, Optimal loading, Ice, Compression, Elevation) que, después de unos días de reposo en la fase aguda, mucho más importante que el reposo absoluto que se recomendaba antaño, es proteger los tejidos dañados de la articulación de posibles recidivas, especialmente en su fase aguda, los primeros días, respetando la cronología del proceso inflamatorio y favoreciendo la cicatrización. Por supuesto, no se debería apoyar la articulación en exceso, por ello unas muletas son unas grandes aliadas.
Entonces, nadie en su sano juicio iría junto a un Entrenador Personal a “curarse” de un esguince —tampoco es que estuviera muy extendida la figura de este profesional—. Hoy en día, quien lo haga, deberá saber dos cosas: primera, que el entrenador personal lo derivará de inmediato, y sin hacer nada más, al médico y al fisioterapeuta, si la persona no lo ha hecho ya. Y segunda, que después del visto bueno de uno o de los dos profesionales anteriores, lo que le espera es trabajo de readaptación aplicando la literatura científica más rigurosa, el conocimiento adquirido, y la experiencia significativa tanto propia como con terceros.

En una segunda fase, digamos, es conveniente realizar un trabajo simultáneo con el fisioterapeuta, practicando
 movilidad sin carga y sin dolor, para evitar la rigidez, y ya desde un primer momento, la persona debería seguir con su programa habitual de entrenamiento, adaptando los ejercicios de piernas —dominantes de rodilla/cuádriceps y de cadera/isquiosurales, ejecutando movimientos de cadena cinética abierta tipo extensión de rodilla (leg extension), flexión de rodilla (leg curl), u otros similares —para aquellos que sienten odio por este tipo de máquinas, aquí habría una buena razón para incluirlas, por ejemplo para no cargar la articulación lesionada en exceso y para mantener el tono muscular de cuadriceps e isquiosurales—.

En lo concerniente al trabajo de readaptación, resulta esencial, primeramente, y sirviendo como calentamiento específico, movilizar la articulación de manera adecuada, esto es, realizar movimientos, sin carga y sin dolor, de flexión/extensión, eversión/inversión, y circunducciones. En estos últimos movimientos, hay que tener cuidado de no excederse en el rango de movimiento o estaremos reproduciendo el mecanismo lesional de este caso. Con los días, iremos progresando a un trabajo isométrico, por ejemplo con gomas, e isotónico-concéntrico y excéntrico, integrándolos hacia movimientos auxotónicos completos: combinando ejercicios de cadena cinética abierta, como los antes descritos, y de cadena cinética cerrada (tipo prensa, hack, sentadilla, peso muerto, etc.) —el fortalecimiento muscular es fulcral—. Paralelamente, el trabajo propioceptivo, como el que se visualiza en el video e incluyendo más tareas, tanto bipodal como unilateral, con los ojos cerrados, sobre plataformas generadoras de inestabilidad, desequilibrios externos o inducidos por el propio entrenador, etc., serán la antesala, o el complemento, hacia caminatas sobre las puntas de los pies, de talones, y todas las variantes que se nos ocurran. Regresando poco a poco a la normalidad previa a la lesión, aumentando progresivamente la distancia de la marcha; incluyendo terreno inestable, caminar en grava, por cunetas o colchonetas inclinadas, en su defecto. Así, no menos importante es mantener una buena flexibilidad de los tejidos que conforman la articulación. Los estiramientos deberán buscar una progresión hacia rangos articulares mayores.

Mediante toda esta praxis, el objetivo final será devolver a la persona a una situación igual o mejor a la que estaba antes de lesionarse, tratando de disminuir el riesgo de sufrir un nuevo esguince u otra lesión de igual o mayor índole.

Lo que hagas en el gimnasio no es un fin en sí mismo, aunque a veces pueda parecerlo. Realmente, tu cuerpo es el gimnasio. Y este es un centro de alto rendimiento, pero no solo entendido con una orientación hacia el deporte, sino hacia la vida. Por que, para qué entrenamos realmente? Entrenamos para la vida.

Seguimos trabajando…

domingo, 22 de octubre de 2017

Rendimiento puro y duro, pero con salud. Cómo sino?

Hace cuestión de un año, un buen amigo me pidió si podía ayudarle con la preparación para hacer triatlones. Nos sentamos a hablar, y escuché con detalle todas sus inquietudes, objetivos, horarios, etc., para hacernos una idea de cómo le podía ayudar y si lo que él pretendía era viable o no.

Yo ya conocía, a groso modo, como estaba su condición física, aunque no conocíamos parámetros de pruebas de esfuerzo, ni siquiera test básicos y controles médicos, con lo que ese fue el primer paso a dar.

Así, me facilitó parte de la información requerida, como sigue:

- En lo que respecta al reconocimiento médico, en el apartado biométrico (hematología, bioquímica y urianálisis), con unos resultados dentro de los límites de normalidad, según criterio facultativo.

- La antropometría se la realizaron mediante el método de impedancia bioeléctrica (BIA de Tanita), a fecha febrero de 2015, para determinar la composición corporal:

  • Edad……29 años 
  • Altura……184 cm 
  • Peso……92,4 kg 
  • IMC……27,3 
  • Masa Grasa Corporal……17,3 kg (18,7%) 
  • Masa Libre de Grasa……75,1 kg 
  • MME (Masa Muscular Esquelética)……75,8 kg 
  • Líquidos corporales……61,9 kg (66,99%) 
  • Metabolismo Basal……2328 Kcal 
  • Brazo……37 cm 
  • Cintura……100 cm 
  • Cadera……103 cm 
  • Muslo……60 cm 

Él había sido opositor hace ya algunos años, con un resultado positivo al haber entrado en el CNP. Desde entonces, y hasta hace un par de años, se había dedicado en exclusiva al trabajo de musculación —con muy buenos resultados, por cierto—, junto con la práctica de ciertos deportes de manera esporádica. Pero en el último bienio sus inquietudes iban más allá, le entró el gusanillo de usar su cuerpo de otra manera, de transformar la energía en desplazarse corriendo, en zancadas, frecuencia; en traccionar y arrastrar agua, en batido de piernas, rolido, recobro; en generar vatios pedaleando, en cadencias, desarrollos..., sentía la necesidad de competir.

Cabe decir que él ya llevaba un año rodado, perteneciendo a un club de triatlón, y realizando los entrenamientos bajo la programación de los técnicos del mismo, así como el trabajo en gimnasio y la dieta bajo el asesoramiento de los monitores de otro gimnasio al que iba en su localidad de residencia.

Su progresión fue descomunal, explicable, por otro lado, de no haber entrenado nunca la natación, de no haber montado en bici de manera sistemática, y de haber reducido casi diez kilogramos de peso corporal en un año, con lo que las mejoras de cara al triatlón eran de esperar —el lastre de desplazar diez kilos, aunque fuesen de músculo, en pruebas como las del triatlón, son determinantes, lógicamente—. Mencionando, además, la predisposición genética que denota para casi cualquier deporte —algo muy a tener en cuenta y que nadie debiera pasar por alto—.

No me voy a adentrar en explicar los métodos de entrenamiento que estaban usando en la preparación de las tres pruebas de triatlón, en su modalidad “sprint” —aunque lo haré con buen gusto si alguien me lo solicita—, pero sí reseñar que hubiese sido mucho más efectivo, aunque desconozco si viable, por parte de los técnicos del club, haber individualizado mucho más la programación. No obstante, entiendo las dificultades que se presentan al organizar a un número determinado de atletas, para los que habría que disponer de varios técnicos que pudieran satisfacer sus necesidades de cara a la planificación, pues no todos los deportistas tienen el mismo nivel, ni las mismas cualidades, ni los mismos horarios y objetivos.

Esto me lleva a observar que hay una fuerte demanda de entrenadores de triatlón. Un deporte en alza, que en los últimos años, especialmente aquí en España —y concretamente en Galicia—, gracias a los triunfos tan mediáticos de nuestros atletas oriundos, ha ido asentando las bases para su actual explosión.

Sin embargo, esto también ha hecho que surjan “entrenadores” de debajo de las piedras. Personas sin una formación suficiente, que en la mayoría de los casos, por ostentar cierta experiencia compitiendo a nivel popular o aficionado, ya piensan que pueden dar prescripciones a terceras personas. Y lo que es peor, desconocen los principios fisiológicos del entrenamiento, presumiendo, para más inri, de saber de todo: de trabajo en gimnasio, de carrera, de natación, de bici, de alimentación, de suplementación, etc. Y no, salvo excepciones, estamos en pañales y bastante lejos de saber planificar. Podemos acercarnos a cumplir una serie de objetivos, pero casi siempre por sensaciones y a ojo de buen cubero. En palabras del profesor Juan Ramón Heredia —alguien a quien sigo y admiro profesionalmente—, “hacer sudar a alguien es bastante sencillo, lo puede hacer cualquiera, pero saber qué y para qué se hace resulta en un constante esfuerzo por saber qué se está haciendo”.

Volviendo al atleta, en algún momento le asesoraron y se dejó llevar, haciendo programas en el gimnasio que no se correspondían con la demanda del deporte en cuestión, siendo, en la mayoría de los casos, incompatibles, pero aún así notando mejoras, especialmente por lo mencionado en los párrafos anteriores. Sin ánimo de acritud, resulta curioso como alguien que ha aprendido tanto en casi diez años entrenando para distintas pruebas físicas, que ha superado oposiciones, que ha seguido los programas de su anterior entrenador al dedillo, que ha conseguido tan buenos resultados, de repente parece olvidársele todo y se ve haciendo cosas inverosímiles, más aún para las características del deporte en cuestión, dejándose asesorar por alguien que evidencia un alto grado de desconocimiento de lo que está haciendo y de lo que se debe hacer —un ejemplo de que, pese a todo, un campeón lo será—.

En la “imagen 1” se muestra un claro ejemplo de agnotología profesional, o no, cada uno que saque sus propias conclusiones.





Como colofón, al analizar estos protocolos ad libitum —no parece otra cosa—, le pregunté de manera directa: y la pierna? Respuesta: “desde que empecé con triatlón, me quitó los ejercicios de pierna”… Sin comentarios... Solo decir, que es un error sacar trabajo de piernas; que es un error tanto volumen de trabajo, con ese rango de repeticiones y con los tipos de ejercicios prescritos; que no figura ningún tipo de mesociclo pre-competitivo, todo es lineal, y que este chico estaba pagando por ello, y quién lo hizo, cobrando. Pero vuelvo a insistir: pese a todo, mejoraba en las transiciones, en los ritmos de carrera, en los tramos de bici, etc., para reflexionar…

—Un año después, al volver hacer un informe de la composición corporal, ya pesaba 82 kg (antes 92,4 kg), y con un 8,54% (antes 18,7%) de grasa corporal estimada—.

Bueno, con todo, él se dio cuenta que necesitaba, y que podía, mejorar aún más. El siguiente paso fue hacer un estudio biomecánico de la pisada y de la posición en la bici, para ello asistió a un centro donde tenían la aparatología pertinente. En el tema de natación, se apuntó a un curso de perfeccionamiento, así como, constantemente, uno de los técnicos del club le hacía las correcciones necesarias, con ejercicios de técnica, pero, yo me hago la siguiente pregunta: qué no es técnica? Cada cual que se responda según su criterio…

Seguidamente, y ya bajo mi supervisión —no sé si buena o mala, lo digo sinceramente—, lo primero que hicimos fue una valoración antropométrica mediante el protocolo de perfil restringido de la ISAK, el cual adjunto en la “imagen 3”, con los correspondientes resultados.




En lo tocante a la alimentación, y también, ya bajo mi criterio, esta no era la más idónea. Había algunos alimentos procesados de pobre calidad, y la distribución era mejorable. En este apartado, apuntar que, a priori, le sientan mal los lácteos, y que durante las tiradas largas en bici tomaba un preparado isotónico, y que no recurría a ningún tipo de suplementos. Si bien bajó esos 10 kg mencionados en este año, quizás producto de una restricción calórica, sumada a un aumento considerable del gasto energético, y una pérdida de masa muscular esquelética, por haber pasado de entrenamientos, casi en exclusiva en el gimnasio, de musculación —con todo lo que ello implica—, a correr, nadar, montar en bici, etc. Aunque, en referencia a los programas del gimnasio de cara al triatlón, anteriormente citados, pudieran parecer que tenían una orientación estructural, sobre el papel, en realidad la intensidad no estaba controlada, estando bastante alejada, además, de los objetivos de hipertrofia, aunque dudo que se fuese consciente de este hecho, viendo como estaba organizado todo.

Por otro lado, hablamos de transferencia? Porque bien se pueden obtener conclusiones diametralmente opuestas, no? Ahí lo dejo…

Después de repetir la valoración antropométrica (imagen 4), procedimos a realizar una estrategia nutricional más exhaustiva y específica, siguiendo la literatura científica al respecto, haciendo especial hincapié en las dos semanas previas a una competición, y manteniendo un criterio general en los periodos más alejados a las pruebas, en este caso.




A la cuarta semana de ponerse en mis manos, y dejando estas primeras semanas de adaptación a los cambios introducidos, se sentía muy bien, con muy buenas sensaciones en el gimnasio, volviendo a trabajar las piernas con ejercicios dominantes de cadera, rodilla, introduciendo multisaltos básicos, y progresando en ejercicios de técnica de carrera —qué no es técnica?—. De hecho en la décima semana se marcó una muy buena competición en un triatlón. En lo tocante a la alimentación, también, bien, manteniéndose estable en el peso, entre 80-81 kg, y sintiéndose satisfecho al comer, sin quedarse con hambre y respondiendo bien en los entrenamientos.

Al completar unos dos meses, más o menos, se empezó a preocupar —casi obsesionar— por el peso, puesto que notaba ciertas oscilaciones al alta, considerándolo, por mi parte, como producto de un estancamiento (después de un año de bajada), lógico, en el peso total, y a razón, de los distintos días de entrenamiento y alimentación (alimento y líquido), así como los horarios de trabajo y los de sueño. Ya sabemos que nuestro organismo no suma 2+2=4.

Tenía sensación de estar algo más pesado al correr, de hecho hubo una merma en un par de competiciones. También empezó a tener bastante ansiedad entre comidas. Y en la natación no conseguía avanzar más.

Hicimos ciertas modificaciones en la estrategia nutricional y el programa de gimnasio, pero, sobretodo, insistí mucho en aumentar los descansos entre semana, pues solo estaba teniendo un día de descanso solo en las semanas de competición, previo a la misma, y podía estar entrando en una saturación tanto física como psicológica. De hecho, en la natación se sentía como bloqueado. Así como en los tramos de carrera a pie se marcaba los mejores tiempos parciales en su categoría, en casi todas las pruebas, ídem en la bici, en el agua salía muy por detrás, con lo que eso supone en pruebas tan cortas como un triatlón sprint.

Mi recomendación fue clara: empezar a seleccionar qué pruebas dedicarle mayor esfuerzo, puesto que no se puede, ni se debe, ir a tope en todas las competiciones, sobre todo al ser tan seguidas, es imposible.

En referencia a la natación, es necesario decir que, si esta no se trabaja desde edades más tempranas, difícil alcanzar un nivel notable, aunque, con entrenamiento, constancia, perseverancia, etc., sí se puede conseguir un nivel mínimo aceptable, como es el caso, pero no se conformaba.

Dicho todo esto, ya al encontrarnos en la recta final de la temporada de triatlones, nos marcamos un pequeño objetivo de reducir entre 1-2 kg de peso corporal, intentando no acusarlo en el rendimiento, viendo así como ello podría suponer un beneficio extra. Pero no hubo tiempo para mejorar nada más, ya que su trabajo no le permitía ir a más pruebas. Objetivos a partir de ahora? Descansar y desconectar de los entrenamientos, competiciones, dietas, etc.

Volvimos a quedar y realizamos otro control antropométrico (imagen 5). Luego nos sentamos a hablar para hacer un esbozo del planteamiento de cara a la siguiente temporada, llegando a conclusiones mutuas, donde veíamos la posibilidad de hacer algunos cambios: de club, de entrenador, de ambiente, de entorno… Se hacía necesario tomar decisiones para facilitar las cosas, tantos viajes, entrenadores en una provincia, entrenamientos en otra, gimnasio aquí, gimnasio allá… A distancia se hace complicado, sobre todo a partir de ahora, donde los objetivos ya son de cara a campeonatos nacionales, incluso europeos.




Un mes después del merecido descanso, le envié un mensaje preguntándole qué tal, a lo que me respondió muy positivamente. Pudo desconectar, descansar, comer diferente, estar más con la familia, viajar a otros países… Claramente, estaba saturado.


De cara al inicio de esta nueva temporada, estará el mantener el nivel alcanzado y, como no, seguir buscando las mejoras, pues aún tiene mucho potencial. Serán muy importantes los test que se realicen para marcas las zonas de entrenamiento en los distintos sectores del triatlón, y así tener un control de la evolución con el paso de los meses. Asimismo, una prueba de esfuerzo deportiva, donde poder hilar más fino, sería una inversión con muy buen retorno, pues da mucha información para los entrenamientos.




Ya para finalizar, es importante para mí, agradecer la confianza puesta en mi saber hacer por parte de un amigo, durante toda esta temporada 2016-2017. Ha alcanzado un nivel muy bueno para entrar en competiciones nacionales, y reúne casi todos los requisitos para, en su categoría, despuntar. Pero con el objetivo claro de hacer por hacer, disfrutándolo. Eso jamás se puede perder. Ahí está una de las claves. Ya sabes que tu trabajo es el mío, tus razones también.

El entrenamiento de fuerza, y el acondicionamiento físico, son la base para cumplir con garantías, y de manera eficiente, cualquier disciplina deportiva. Y, en palabras del profesor y preparador físico, Manuel Pombo, "el deporte de élite no da salud, la exige. No lo olvidemos". Sin salud no puede haber rendimiento.

Seguimos trabajando…



viernes, 25 de agosto de 2017

Racionalismo crítico: también en el gimnasio.

En un gimnasio cualquiera, como en otro posible lugar, a veces uno no puede evitar escuchar ciertas conversaciones que le causan, cuanto menos, reflexión. No voy a hacer alocución concreta de ninguna en este momento, pero sí mencionar algo que me parece de suma importancia: el racionalismo crítico.

Se puede decir que en los gimnasios —y en otros ámbitos—, hay varios tipos de personas, o varios tipos de mentalidades predominantes. Por un lado, los usuarios noveles de estas instalaciones deportivas, asisten con una serie de ideas preconcebidas que se han ido fundando en sus cabezas por varios sumandos: educación, entorno familiar, experiencia propia, amigos, prensa, televisión, redes sociales, etc. De estas personas, habrá un mínimo porcentaje que serán buscadores del conocimiento, del saber, y no conformes con ello, de la verdad epistemológica —que redundancia más absurda, como si ello fuese indivisible…—, y que en un futuro se dedicarán a ello en cuerpo y alma, haciendo de su profesión su vida, y viceversa, no conformándose con lo dogmático ni con lo aprendido, en un aprendizaje continuo.

Por contraparte, y aún pudiendo tratarse de los mismos individuos, evolucionarán en el devenir de los años, adquiriendo nuevos conocimientos, unos, y perpetuando los equivocados, otros. También se puede dar la simbiosis de ambos, de hecho suele ser así, que en una misma persona confluyan los dos sentidos. El logro estará en asumir las limitaciones de cada uno y aceptar al doxóforo que llevamos dentro, ejecutando la responsabilidad de salir de la caverna y cultivando la episteme.
En el segundo de los casos —usuarios con un tiempo determinado de desempeño deportivo, una experiencia en años—, me llama poderosamente la atención como, en un alto porcentaje, manifiestan una contundencia sin parangón al hablar de ciertos temas que creen conocer. Piensan que saben, pero no saben lo que hay que saber, y lo que hay que saber ni saben que hay que saberlo. Atestiguan una especie de herencia grutesca, promovida por el gurú de turno. Sin embargo, aún pudiendo haber leído mucho, o no han leído lo que hay que leer, o no han analizado lo leído, o han interpretado lo que les ha dado la gana de lo que han leído. Además de evidenciar que la única experiencia que ostentan es la suya propia, sin haber entrenado jamás a nadie, y donde realmente se aprende, señores, es en el trato con terceros de muy diversa índole. Es ahí donde está la riqueza experimentativa, la profesionalización nutritiva, el acúmulo de una experiencia densa y rica, el tránsito de lo posible a lo efectivo. Claro que la experiencia propia es importante —la auto observación permite conocerte a ti mismo, ergo a los demás—, pero lleva implícita la subjetividad, el sesgo personal, y no es hasta que uno se va acercando a la profundidad de un asunto reportado con terceros de una manera lo más objetiva posible, que pueda demostrar que sabe algo de alguna cosa; el resto es todo adorno, hablar por no estar callados…

Todo el mundo está en su derecho de pensar lo que les plazca, de hacer lo que quieran, faltaría más, pero no están en su derecho para hablar de lo que no saben, de lo que no han estudiado, de lo que no han contrastado convenientemente, o sí, pero otra cosa es que no deban hacerlo por cuestiones éticas y morales, y menos de cara a los demás. De no ser así, todo será mereología demagógica, asuntos de fe, conversaciones de taberna…
Espero que a nadie se le ocurra obviar esto último. Espero que nadie se crea que lo que está haciendo es lo mejor que se puede hacer, porque estará, entonces, muy alejado de ello. Tengamos la humildad de reconocer nuestra equivocación y el acierto del otro, cuando proceda. Tengamos la valentía de preguntar al profesional que competa. Hagamos un ejercicio de autocrítica, de introspección constante para encontrar el buen camino.

Personalmente, ante situaciones así, me pregunto el porqué de esta necesidad imperiosa que me brota de querer decirles algo, de demostrarles que están equivocados en lo que están hablando con tanta ligereza, de enseñarles otro camino, el que yo he andado, el que he comprobado —supongo que un psicoanalista podría darme respuestas más certeras, no lo sé—. Lo que sí sé es que ese impulso de enseñar existe dentro mía, pero más fuerte es el de aprender, y el primero no es una función vital, porque no tienen el fin en sí misma, la función vital es aprender.

Sal de tu costumbre, falsa tus creencias, cambia las preguntas, sométete a la inteligencia reflexiva.

No quiero parecer arrogante, porque no creo serlo. No quiero parecer intolerante, porque no creo serlo. No quiero parecer despreciativo, porque no creo serlo. Solo me considero alguien que ayudando a los demás se ayuda a sí mismo, un ignorante que lee, un tonto que piensa. Y todo esto que escribo —que mal escribo—, pudiera parecer místico, filosófico —ya me gustaría a mí—, pero no es más que un humilde uso del lenguaje para construir y explicar una realidad cotidiana de ciertas profesiones, de mi profesión.

Seguimos trabajando…



martes, 20 de junio de 2017

"La planificación no es pensar en decisiones futuras, sino en el futuro de las decisiones presentes"

Desde hace unos meses, y durante tres, estuve trabajando con una persona, de unos setenta y pocos, con un cuadro complejo. Uno de esos casos que requiere de una atención más especial, si cabe.

Complejo y difícil a la vez —al final del texto explicaré lo de difícil—. Primeramente lo de complejo, puesto que lo podríamos agrupar tanto en “Readaptación Funcional en Adultos Mayores con Patologías del Raquis”, como en “Patologías de la Rodilla”, como así también hacer lo oportuno en “Metabólicas”, y alguna más, quizás, o ninguna, tal vez, que cada uno juzgue…

Esta persona presentaba ciertas limitaciones físicas, pero no asimiladas, es decir, se puso en contacto conmigo por recomendación de otra persona pero, sobre todo, porque ya estaba desesperado, no porque creyese que el ejercicio pautado por un profesional le fuese a ayudar, ni siquiera la actividad física, puesto que tenía dificultades para moverse, no lo relacionaba.

—Tengo la impresión de que algunas personas con problemas graves, lesiones, dolor crónico, etc., que acuden a un Entrenador Personal, lo hacen cuando ya han pasado por otros profesionales, sobre todo sanitarios, con resultados poco satisfactorios o nulos. Y esto tiene que cambiar por su bien, por el bien de la salud de la sociedad en general. También percibo como la figura del entrenador personal está pornografiada, y de ello tenemos buena culpa todos, medios de comunicación, redes sociales, personal sanitario como médicos, fisioterapeutas, etc., y, por supuesto, los propios técnicos como los que más, sin duda, especialmente los que no reúnen los requisitos mínimos, tanto de titulación como de capacitación y know how, flaco favor se hace a esta profesión. También las personas que se dejan asesorar por estos últimos —flaco favor le hacen a su salud—. Pero esto es una oportunidad de oro para hacer las cosas lo mejor posible, para informar y demostrar a la sociedad de que están ante una de las mejores profesiones que hay en el presente para mejorar su salud. También es justo hacerlo extensible a los Dietistas y Nutricionistas.

En mi experiencia personal, pues es de la que puedo hablar, está llegando el momento de poner un apellido a la denominación de Entrenador Personal. El adjetivo clave es “Readaptador”. Y ello me auto-exige (nos auto-exige) no solo un aprendizaje constante, sino una acreditación que vaya en consonancia. Es por ello que, sumando a toda la formación (mucha o poca) que pueda atesorar hasta la actualidad, en el presente curso hice la preinscripción para el grado de fisioterapia en la Universidad de Vigo, en el campus de Pontevedra. Aún no sé como lo haré, pero lo haré, porque quiero y tengo que hacerlo. Soy un defensor de que exista una regulación profesional en este ámbito, pero una regulación sólida, y para ello, debemos estar lo mejor formados y capacitados posible. Tenemos mucho trabajo por delante para hacer llegar nuestro saber hacer y la importancia que el ejercicio físico bien prescrito tiene en cada persona—. El ejercicio es medicina, pero no todo vale.

Volviendo a focalizarme en la persona entrenada, en la entrevista personal realizada en mi despacho del centro médico, y previa petición por mi parte, traía bajo el brazo algunos diagnósticos médicos, a saber:

  • Hernia discal posteromedial lumbar del segmento L2-3. Con estenosis significativa del canal.

  • Acuñamiento L2 por probable fractura remota.

  • Moderada estenosis del canal en L3-4 e importante en L4-5 por abombamiento difuso de los discos en el caso de L4-5 por la asociación con artrosis facetaria.

  • Hernia discal L5-S1, con cruralgia hacia el muslo de la pierna izquierda. Existiendo una protusión discoosteofitaria difusa, además de cierto grado de anterolistesis de S1 con respecto a los segmentos lumbares. Ocupación del receso lateral izquierdo en S1 y estenosis degenerativa severa de ambos forámenes L5-S1.

  • Operado, hace años, del menisco interno de la rodilla izquierda y con dolor sordo en la misma articulación en la actualidad.

  • Así como otras alteraciones y dispensación de medicamentos que no son de mi competencia, como plaquetas y leucocitos bajos, tensión nocturna, presión arterial alta al despertarse…, pero que tienen una importancia crítica en la respuesta aguda y adaptación crónica que la prescripción de ejercicio pretende. Por ejemplo: no alcanzo a comprender como a todo el mundo que pasa cierta edad se le prescribe terazosina para posibles síntomas de hipertrofia benigna de próstata. Tampoco se entiende como se recetan estatinas a diestro y siniestro, y en este caso a una persona con un colesterol total de 210 mg/dL, aunque con la tensión arterial ligeramente aumentada según estándar biométrico, pero, a priori, con otras opciones, concomitantes o no, igual de eficaces: ejercicio y alimentación.

Una vez superada la entrevista, ya al día siguiente volvimos a citarnos, pero esta vez en el gimnasio. Allí llevamos a cabo una valoración integral, tanto estática postural como dinámica. En la misma resultó lo siguiente:

  • En la exploración visual y goniométrica, se presentaba un giro de la cabeza hacia el lado izquierdo más limitado (con molestia contralateral). Acentuada actitud cifótica con anteriorización de los hombros, unido a un ROM limitado. Posible acortamiento de los rotadores externos pelvitrocantéreos, sobre todo lado izquierdo. Marcada hiperlordosis con ligero abombamiento o distensión abdominal con posible hipotonía muscular, unido a una posible acumulación de grasa subcutánea y visceral.

  • Respiración disfuncional, corta y hacia craneal. Test de la pica positivo, fallando en dos de los tres puntos, evidenciando escaso o nulo control dorso-lumbo-pélvico. Se aprecia, paralelamente, un acortamiento importante de la musculatura pectoral. Las piernas presentaban un notable valgo al realizar una triple flexión (sentadilla), con sobrepronación y colapso de la bóveda plantar (mayor en el pie izquierdo). Menos fuerza de empuje horizontal en brazo izquierdo, así como en tracción en el mismo plano. Debilidad en la pierna izquierda en extensión de rodilla. Acortamiento musculatura poplítea, isquiosurales (sit & reach test y EPR), mucho más acentuado en el miembro inferior izquierdo. Retracción de la musculatura cuádriceps (sobre todo recto femoral y sartorio) derivada de la cruralgia, también mayor en la misma extremidad. Nota que pisa más con la pierna derecha.

  • De igual manera refería inestabilidad en el hombro, con crepitaciones dolorosas en el lado derecho, y densificaciones plausibles. Además pudiera presentar una tendinopatía del supraespinoso. Posibles contracturas en las fibras superiores o porción descendente del músculo trapecio. Dificultad para iniciar movimientos por la mañana, al levantarse de la cama. Se nota anquilosado, sintiendo rigidez en la espalda lumbar, incluso dice dormir con una faja para que le de calor. Y dolor rodilla pierna derecha al agacharse, así como en extensión de rodilla entre los 80 y 120º de extensión (negativo entre los 120 y 180º de extensión completa). Así mismo refiere dolor agudo y constante en la pierna izquierda, máxime al caminar durante mucho tiempo o permanecer de pie por un largo periodo.

  • Contrariamente, presentaba una fuerza de prensión manual, medida con dinamómetro, muy superior a la media, aunque con una diferencia significativa entre extremidades: 57,5 kg en la mano derecha por 47,3 kg de la izquierda.

  • Hicimos una valoración antropométrica básica, midiendo peso corporal: 74 kg; estatura: 167 cm; y perímetro de cintura: 98 cm; que, a grandes rasgos, sería suficiente para los objetivos marcados.

En este último punto, y antes de meterme de lleno con la parte física entrenable, apuntar que su disposición por hacer cambios en la alimentación era inexistente, si bien transcurridos unos dos meses, volvimos a repetir la valoración antropométrica, con una disminución de 1/2 kg de peso en báscula y de 2 cm de cintura, pero poco relevante para mi cometido si no va a acompañado de una mejora nutricional.

Ahora sí, el entrenamiento cumpliría las premisas básicas en estos casos: trabajo muy analítico, con ejercicios de coordinación y control motor, realizados en posiciones de baja carga raquídea, fáciles y sin dolor. Énfasis en una correcta respiración, profunda y con predominancia horizontal, diafragmática. Insistencia en una adecuada disociación tanto lumbo-pélvica como dorso-lumbar, así como una normalización hacia una óptima lordosis fisiológica, o zona neutra, en cualquiera de las posiciones de carga. Trabajo de rotación externa, tanto del hombro como de la cadera. Reclutamiento musculatura abdominal, progresando en cantidad y dificultad.

Seguidamente, realizamos lo oportuno con el MMII: trabajo unilateral, compensatorio, con estiramientos de la musculatura retraída implicada, mediante inhibición recíproca de los antagonistas, contracción-relajación, PNF (Facilitación Neuromuscular Propioceptiva), etc. Estiramientos cuádriceps y nervio crural (femoral), músculos cadera, etc.

Después de este bloque introductorio, el trabajo iría orientado a un trabajo global de fuerza-resistencia: empujes horizontales, tracciones tanto verticales como horizontales, elevaciones, retracción escapular, rotación externa, abducción, etc. Insistimos en la higiene postural, en la consciencia misma.

En el bloque de trabajo cardiorrespiratorio, comenzamos con un volumen e intensidad bajos, entre 5-10’ a 10-12 de RPE (Percepción Subjetiva de Esfuerzo)—me hubiese gustado poder hacer un control más preciso pero carecía de pulsómetro con cinta propia—, prefiriendo bici estacionaria y elíptica, en un primer momento.

Comenzamos con dos días de frecuencia semanal y al mes aumentamos a tres. El objetivo final siempre sería progresar hacia sesiones de entrenamiento globales, unidades de entrenamiento lo más integrales posible con movimientos multiarticulares, aumentando el nivel de funcionalidad y mejorando la condición física general para las AVD (Actividades de la Vida Diaria).

Ya para concluir, y una vez expuesto el protocolo de trabajo básico, que hemos ido progresando con el pasar de las semanas y según su tolerancia, y sin querer explayarme más, explicaré lo que quise decir con “difícil” al principio del texto. Él no creía en lo que el ejercicio podría hacer. Él era incrédulo a lo que yo le manifestaba. Es cierto que trato de usar un vocabulario lo más correcto posible, y técnico, adaptado al interlocutor, a la persona que tengo delante —no puede ser de otra forma—, explicando los beneficios del ejercicio, pero también haciendo entender que estos se tienen que cocinar a fuego lento, con paciencia y perseverancia, y más en casos de lesiones crónicas. No es viable, ni real, querer llegar y besar el santo. Como así tampoco es real pretender hacer cualquier cosa y recuperarse de un proceso lesional. Asimismo, tampoco es lógico pensar que permanecer en una zona de confort, va a reportar beneficio alguno. Él solía repetirme que “no iba a por medalla”…, bueno, citando al Doctor Craig Liebenson, con el que, recientemente, tuve la oportunidad de compartir un seminario teórico-práctico de readaptación y ejercicio físico, “hay que buscar hacer lo más difícil que se pueda hacer de manera correcta”, y este concepto, tan coherente y lógico, por cierto, es aplicable a todo el mundo: sean personas mayores, crossfiteros, jugadores de fútbol, atletas de élite, am@s de casa, niños, personas lesionadas, operados, personas con obesidad, con diabetes, opositores…, todos. No se trata de “ir a por medalla” per se, se trata de hacer lo mejor que podamos hacer, de hacer todo lo que esté en nuestra mano hacer.

En estos tres meses, hemos podido ver y medir, una evolución y mejora paulatina, día a día, semana a semana, mes a mes: mejora en la fuerza segmental y general, equilibrio, resistencia muscular, tono; mejora de la flexibilidad, amplitud de movimiento articular, reducción del dolor, contractura, mejora en la postura, etc. Cada vez se sentía mejor. Así lo dejaba reflejado en el diario de entrenamiento como en el cuestionario de satisfacción que entrego a todo el mundo una vez transcurridas cierto número de sesiones de entrenamiento. Transcurrido este tiempo, y por primera vez desde que empezamos juntos, al preguntarle por la espalda al levantarse de la cama por la mañana temprano, me dice que no se acordó de ella, que se encuentra mejor. Llegado este momento, le propuse espaciar las sesiones, que hiciese algunas él solo, de manera autónoma, a lo que respondió que, de momento, estaba bien así.

Pero hubo dos acontecimientos que cambiaron el escenario: un viaje y una llamada de teléfono. El viaje quizás no fue relevante, pero la llamada tiene su miga: resulta que un gimnasio de esta ciudad, ha estado realizando llamadas aleatorias ofreciendo una serie de “ventajas” económicas a cambio de que se diesen de alta en sus instalaciones, pudiendo, incluso, beneficiarse todos los miembros de una misma familia. La condición era firmar un contrato de dos años de permanencia para poder optar a tan suculenta vianda. Por un módico precio podía disfrutar de piscina, sala de musculación, clases colectivas de todo tipo, spa, etc.

No me merece la pena en malgastar tiempo ni palabras en criticar este tipo de chanchullos, cada uno es responsable de sus actos, no de los demás, pero veo necesario, al menos, dejar constancia de este hecho —que cada cual saque sus propias conclusiones—.

En un cuadro clínico de este tipo, con una persona de cierta edad, con una cantidad de compensaciones, descompensaciones, movimientos de sustitución, etc., tres meses no dieron para mucho más, mínimo estaríamos hablando de seis meses, más o menos, dependiendo de la persona, para notar ciertas mejorías, yéndonos hasta los dos o tres años para adquirir una funcionalidad aceptable y un restablecimiento de la normalidad duradero. De ahí la importancia de cuidarse un mínimo a lo largo de toda la vida, para no tener que llegar a estos extremos.

Cuando ya había pasado un mes desde esto, y encontrándomelo por la calle, se me dio por preguntarle por su espalda, y qué tal en esas instalaciones, la respuesta: “no voy peor ni mejor, y por el gimnasio no voy casi nunca. Quizás en un futuro vuelva a llamarte”…

En fin, todos deberíamos reflexionar sobre ello, yo el primero…

P.S.: la ciencia nos está constantemente mostrando y demostrando lo que el ejercicio de fuerza, tipo resistido, hace en nuestro organismo, los beneficios derivados si la aplicamos ante lesiones, enfermedades, etc., yo solo puedo seguir aumentando mi conocimiento y experiencia para confirmárselo a quien lo requiera. O viceversa: los técnicos, especialistas en acondicionamiento físico, preparadores físicos, readaptadores, etc., estamos constantemente mostrando y demostrando lo que el ejercicio de fuerza hace en nuestro organismo, los beneficios derivados de su aplicación ante lesiones, enfermedades, etc., la ciencia solo puede seguir confirmando este hecho.

Seguimos trabajando…